Bloque 1/17 Consigna 2:
Construir una narración dialógica en la cual el diálogo sea claro o implícito. Puede ser en segunda persona. Tiene que plantear una idea de traición desde la emoción amorosa entre dos personas. La posición del narrador debe ser totalmente subjetiva y puede interpretar, aceptar o desvirtuar las posiciones del otro. Final cerrado o abierto.
Referencias:
Tangos, Héroes y Traidores
Réquiem con tostadas -- Mario Benedetti
Producción Bloque 1/17 Consigna 2
Yo no pude con esto - Cristina Delea (06/2017)
No te perdoné - Agustina Cangiano (05/2017)
FACHADA - Marcela Ruz (05/2017)
NUESTRA PRIMA AURORA - Mabel Jokmanovich Derka (05/2017)
El Bulín - Eleonora Inés Larroque (05/2017)
Manuela - Cesar A. Varela (05/2017)
YO, JUDAS.- HAYDÉE ORTONE (05/2017)
SOY UN REY CON DOLORES Y ALEGRÍA. - Julia Zelarrayan (05/2017)
Traición amorosa - Nicolás Wolf (05/2017)
YO, LA INCOMPRENDIDA!- Mabel Jokmanovich Derka (05/2017)
UN REGALO ESPECIAL - ADRIANA M. OTHEGUY
Simone - Roberto Rodriguez Gras
A veces cuando las cosas caen en lo más bajo, sólo allí vemos la diferencia.
Vos me decías: no esperes nada! Tu problema es que todavía vos esperas.
No lo entendí tajantemente hasta ayer. Se me dijo nada de esto es tuyo, porque yo hice esto y me mate por esto, yo solo, yo y yo vos no existís y me equivoque de pi a pa.
Creí en las normas, en la sociedad conyugal, en el CODIGO… porque de esto se trata, traiciones cotidianas.
Ella me decía: Vos no querés ver… duele la defraudación.
En ese instante dejo la palabra nosotros.
Ella me dijo ¡Pasaste por tonta, por pasiva! no te defendiste, porque te miraste en mi espejo.
Le pude preguntar si yo también iba a traicionar y me dijo que esa sombra siempre estuvo allí, pero yo no pude verla. Asomo tímidamente, lo vi, surgió en detalles, gestos y en su silencio que llenaba espacios, y allí no podía defender nada, no había lugar. Pues vamos, que estaba con los hijos chiquitos y vos sabes bien, Madre mía, que si algo pasaba con ellos yo iba a ser sentenciada. Es que sí, mi madre, el traidor golpea y cuando reaccionas pidiendo lo justo, lo tuyo, sos aplastada. Esta es la peor traición que yo pude haberme hecho, te digo ahora que no te tengo, no haber reconocido la verdad de la simulación.
Ay! He caído, muy bajo. Perdóname Madre amorosa, a ti siempre te hablo y también te he traicionado, porque no soy la misma que tú criaste, lejos de serlo, yo no he podido con esto.
Vos sabías que yo quería ser papá. Lo quería como a nada en el mundo y no te importó. ¿Por qué? Yo respetaba tus decisiones. Jamás te forcé a hacer nada que no quisieras y, aún así, vos me privaste de lo que más deseaba.
Ni siquiera el poco tiempo que pude haberlo apreciado, vos te dignaste a contarme la verdad. Seguro porque sabías que no te iba a permitir que hicieras lo que hiciste. ¿Cómo podría alguien permitirlo?
Por eso estás donde estás. Porque tiraste todo nuestro amor a la basura. Porque podríamos haberlo tenido todo pero te acobardaste y terminaste siendo una asesina. Asesina de una cosa tan frágil e inocente que nunca pudo ver el mundo.
Y lo peor es que no pensabas decírmelo nunca. Ibas a pretender que él nunca existió. Y lo hubieras hecho sino te hubiera encontrado en el piso del baño, sangrando y llorando y explicándome que no, no sabías lo que había pasado, que te habías levantado adolorida, que no había sido tu culpa.
Pero yo sabía la verdad. Yo sé la verdad. Nunca quisiste tener hijos, te aterraba. E incluso si hubieras decidido ignorar eso y llevar adelante el embarazo, me lo hubieras dicho. Habrías venido corriendo con la noticia porque sabías lo feliz que me haría. No, no fue un accidente. Fuiste vos.
Y, a pesar de que todo lo que hiciste me dolió, me decepcionó mucho que no te hicieras cargo de la responsabilidad. Decir de frente “sí, yo lo maté” y aceptar el castigo que bien merecido tenías. En cambio, yo no me escondo detrás de mentiras y es por eso que te mando esta nota. Porque fui yo el que llamó a la policía.
Vos me decís que no, que nunca sospechaste nada. Te pregunto si estás segura, vos hacés como que pensás y volvés a decirme que no, que de ninguna manera. Yo tengo mis dudas. Alguna campanita te tenía que sonar, aunque eligieras no escucharla.
Que lo quisiste desde el colegio primario, que las familias se conocen de toda la vida. Que siempre tuviste las manos cuidadas, como a él le gustaba. Que te llevaba a todos lados, a fiestas, a reuniones de trabajo. ¿No te dabas cuenta, mujer, de nada de nada?
Que no, que nunca habían tenido sexo, habían prometido esperar hasta el casamiento, ambas familias son muy creyentes, ellos también. ¡Pero qué Dios, qué familia te va a pedir semejante hipocresía!
Que tenían muchos amigos, aunque ahora no sabés qué tan amigos eran. Por ahí muchos lo sabían, por ahí se reían a tus espaldas. Pero no, sus amigas seguro que no. Ellas tenían noviazgos parecidos. Y algunos de los novios de ellas eran muy, pero muy amigos de él. ¡No me digas! ¡Amigos, sí, seguro!
Que lo que nunca le vas a poder perdonar es la vergüenza. Porque al menos tendría que haberte dejado a vos cancelar el casamiento. Te hubiera preguntado, si por ahí hasta seguías adelante con todo. Tanto así lo amabas. No te importaba nada más que estar con él para siempre, como fuera. Y formar una familia hermosa. ¿Cuántos casos hay y nadie dice nada? Ahora tenés que inventar excusas, porque él no dio ninguna explicación a nadie. Tenés que dejarte consolar por los amigos, por la familia. Ser la pobrecita plantada casi en el altar. Qué le habrá hecho, qué habrá pasado, todos inventan, todos opinan. Tener que devolver los regalos, todos tan hermosos. Te escucho y no lo puedo creer ¿qué sos en realidad? ¿Una pobre ilusa o una cínica?
Te digo que al menos a último momento se comportó como una persona de bien, que en su afán por aparentar lo que no era no quiso arruinarte la vida. Que demostró que te quería. Vos te enojás, conmigo te enojás. Me gritás que no entiendo nada, que igual ahora qué importa. Tu cara se transforma, tus ojos me disparan miles de dardos envenenados. Querés pegarme, querés salir corriendo. La sesión de hoy terminó mal, una lástima. Alertado por tus gritos entró el guardia, que te va a llevar de vuelta a tu celda.
Bueno, vos ya sabes lo que pienso yo. Te dije varias veces que, para mí, el nombre de una persona condiciona o inspira la vida de esa persona. Y así ocurrió con nuestra prima Aurora, te acordás? Tantos golpes y dolores tuvo Aurora, pero a todos transformó en un nuevo y vital “amanecer”. Una y otra vez...
No habrá sido fácil, supongo; y se le nota en el cuerpo, viste? Siempre frágil y sufrida.
Primero la muerte prematura de su padre, el tío Felipe; luego el desamparo y la necesidad de ponerse la casa al hombro, trabajando junto a tía Emilia en la máquina de coser, esa máquina casi tan grande como su cuerpo de casi- niña.
Ya repuesta, pasado el tiempo, recibió ilusionada la llegada del Amor y la oportunidad de reinaugurar su vida. Por fin un hombre para querer, una casa para cuidar, hijos para criar; una felicidad para construir de a dos. Y así fue durante un tiempo en la casa de la calle Olivares, ¿te acordás de esa casa grande, con rosales en el frente, donde solíamos visitarla?.
Pero otra vez le aguardaba un duro golpe y un gran dolor a nuestra querida prima: la evidencia de una relación amorosa de su marido con su mejor amiga, la más querida, la de mayor confianza.
Cómo hacer frente y reponerse de esta doble traición? Sólo Aurora, inspirada quizás en el significado de su nombre, pudo con el tiempo, no se si perdonar, pero sí procesar el dolor y renacer en nuevos amaneceres.
Inés tenia 22 años, su cuerpo escultural y rostro alegre con bellos ojos verdes, se enamoro de un boquense (del barrio de Don Quinquelamartin); prefería nombrarlo así “mi boquense” porque a sus besos los consideraba “multitudinarios” “frenéticos” y por demasiado “ruidosos”...
Él con 40 había deslumbrado a la joven con su pilcha y prestancia viril.
Ella se levantaba todos los días a las 4:30 para yugarla en el Frigorífico La Negra; después de jornadas extenuantes, volvía a la piecita alquilada con cocina y baño compartido y preparaba el mate y la vianda para su amado en la siguiente jornada..
Este salía todas las noches a trabajar en un lugar bastante alejado del bulín ..... Nunca le pagaban en tiempo y forma, razón por la cual cambiaba, cada dos o tres días de lugar de laburo.
La familia de la joven estaba muy preocupada porque maliciaba algo terrible.
Inés iba perdiendo el sentido de la realidad y llego al limite de ponerle distancia a padres y hermanos.
Un día le pregunto a su pareja el motivo por el cual llegaba tan cansado y le respondió: “no te asiste ningún derecho para hacerme preguntas relativas a mi trabajo” y sin mediar mas palabras le propino un fuerte cachetazo seguido de una trompada en el estomago.
En esa oportunidad permanecieron juntos el resto del día, Inés no paraba de llorar y de quejarse de la intensa descarga del “boquense”. Al verla tan mal, el trato de disculparse colmándola de besos, abrazos y le prometió amor eterno.
Era la primera vez que la golpeaba, aunque el trato hacia ella no siempre era el mismo, variaba en relación directa con la cantidad de dinero con que llegaba a la piecita.
Cuando ella partía a su trabajo, él dormía profundamente y a él se le notaba un fuerte olor a alcohol.
Inés desconfiaba acerca de cuales serian las tareas nocturnas de su amado hasta que un día lo siguió viendo que subía a un colectivo que se dirigía a la Isla Maciel.
Manteniendo las distancias prudenciales, la acompaño una chica del frigorífico, a realizar otro seguimiento pero esta vez en auto.
Oh! Sorpresa, muy empilchadito entro a un garito y prostíbulo mistongo.
Gracias a la insistencia de su compañera, regresaron al bulín, juntaron las pertenencias de Inés, y esta le dejo una nota sobre la destartalada mesita de luz que rezaba así: “ He perdido el tiempo al lado de un traidor “
La historia termino ocho meses después, cuando nació una hermosa criatura, producto de un amor no correspondido.
Aún recuerdo esa conversación con Aurora, mi madre, fue mucho tiempo después, ya grandes los dos, aun suenan en mis oídos sus argumentos.
- No se puede juzgar así a una mujer, sola con dos hijos, en aquellos años de miseria, ¿qué podía hacer? siempre se la vio muy pegada a él, compartían, parecía, mucho más que sus hijos, compartían sus vidas, ella se las arreglaba con eso poco que tenían para estar siempre dignos. Cuando él enfermó; no, no te equivoques, ella se arremango y empezó a ganar el sustento, lavaba ropa, cocina al medio día para los obreros de la tienda de la otra cuadra, ¿cómo se llamaba…? ah! Almacenes Ibéricos, sus hijos llevaban sus guardapolvos impecables, a pesar de los zurcidos nunca les faltaron ni los lápices ni las hojas.
- Pero Aurora, como puede ser que ella, la que escoba en mano batallo contra ese traidor de José …
- No, no juzgues como, como juzgaron en el conventillo, no, no, no fue una traidora, tampoco sé si fue amor, pero… quien se puso en su piel, todos le dábamos una mano, la ayudábamos con lo que podíamos y bien sabes que en esa época ninguno podía mucho.
- No sé si fue amor, pero cuando tiempo después los vi, yo fui una de las pocas que la seguí viendo, sentía cariño y sobre todo respeto, tenía para ese entonces otros dos hijos y un padre para los cuatro, como antes, llevaba con mano firme su hogar, y el traidor era otro en ese hogar o… pieza, no no sé si lo amaba….lo que se, es que no traiciono a nadie…
Señorita Amelia: vengo a hablarle de algo que pasó el año pasado. Seguro que usted todavía se acuerda. Estaba tan enojada. Mi mamá ya lo sabe porque la seño de
Catequesis dice que cuando uno está en el cielo se entera de todo lo que pasa acá abajo. ¿Recuerda a Simón?, ¿el chico que se sentaba siempre adelante porque veía muy poco? era mi mejor amigo. Él tenía la colección completa de las figuritas de Dragón ball, hasta las más difíciles, justo las que queríamos todos, él era el único que en el grado podía llenar el álbum, algunos chicos quisieron cambiárselas por la de Spider-man. Tomás le ofreció a cambio un autito de Hot wheels, y yo le dije: por lo menos regalame una, soy tu mejor amigo, y hasta Adrián (que todo lo arreglaba a los golpes ) lo amenazó con pegarle a la salida si no se las daba, pero no hubo caso. Sólo a mí me las prestaba con la condición de que jugáramos juntos
A mí me gustaban mucho, le pedí a mi papá que me las comprara pero él, dándome un empujón me dijo que lo dejara tranquilo porque demasiados problemas tenía como para ocuparse de unas figuritas de…bueno... él dijo una mala palabra, yo no la debo repetir.
A mamá no quise pedírselas porque estaba un poco enferma y casi no salía a la calle.
Un día, cuando fuimos al recreo, Adrián dijo que teníamos que jugar al futbol, todos menos Simón porque como veía tan poco no servía ni para arquero; entonces Simón me pidió que jugara con él pero yo le dije que no y me fui con los otros chicos y él se quedó solo con sus figuritas en la mano.
1
En esa época mamá estaba siempre triste, a veces me abrazaba y se ponía a llorar; yo estaba arrepentido de lo que había hecho pero no le dije nada, no fuera cosa de que al enterarse se pusiera peor.
Después de eso Simón me invitó varias veces a su casa para jugar con él. Yo fui pero ya nada fue igual. Simón me preguntó qué me estaba pasando y yo le dije que estaba muy mal por la enfermedad de mi mamá. Después no me invitaron más.
Señorita Amelia ¿Usted cree que mi mamá estará feliz ahora que se lo vine a contar?...
-(Vengo escapado de un cuento anterior…...)
- Sabe muchacho todo tiene una razón o una sinrazón, cuando yo destrozaba mis años de juventud, gustaba de pasarme de pueblo en pueblo, de china en china, pero pasó que cierto día “de vuelta por un poblao” entendí que había hecho uno de aquellos líos, de esos que a uno lo marcan para toda la vida.
- Tal fue el alboroto que se armó en ese lugar, y lo peor eran todos contra mí.
- Y no le doy detalles de la golpiza recibida, que me dieron, parecían cientos, todos estaban embravecidos, me dieron una paliza de “todos los colores”, Cuando se cansaron se fueron y yo quedé como dormido.
- No se cuanto pasó pero desperté en un viejo galpón entre hierros viejos y alfalfa, un muchachón se me arrimó, yo le dije pegue nomás por donde quiera!.
El mocito me dijo, -quédese tranquilo, yo sólo quiero ayudarlo; me limpió un poco y me alcanzó unas ropas y un par de alpargatas, y dijo;
- Usted ya tiene bastante encima, y se tiene que ir de este pueblo, lejos, y no vuelva nunca más.
- Yo comprendo a pesar de la golpiza, el mate me funcionó (otra como la recibida y “no la cuento”).
- A la ruta me llevó en una chata, puso en mis manos unos pesos, y lo mas profundo fue que me dio un abrazo fuerte y con cariño, sentí un estremecimiento por todo mi cuerpo.
Al ratito ya estaba rumbo a la Ciudad de Buenos Aires, así le dijo el chico al coso del ómnibus. Creo que me desperté en otro mundo, jamás había visto tal cantidad de rascacielos, caseríos por todos lados.
- Caminé y caminé algo me decía que tenía que encontrar “mi lugar en el mundo”.
- Déjeme aquí, tengo mucho aquí dentro de mi frente; los recuerdos que hacen arder mi cabeza, como en vértigo y pasan por mi mente, la cara de la María y la de un “guri” que sería mío.
- Digo yo como puede vivir con gusto un ser humano tan traicionero como yo, si de su amor disfruté y llorando la dejé.
- No se ponga mal, aprendí a querer este lugar a donde me mandaron, mire ya no se quien.
Y sigo divagando: Silencio la noche va acallando los ruidos de la ciudad. La verdad es mejor cuando me quedo solo; ya el hambre del día sacié. Dejan de mirarme de reojo las gentes, parecen curiosos y temerosos.
- Ahora puedo tenderme en el pasto y mirar “mi plaza Lavalle”; que grande están las plantas de tipa, ombú, palmeras y otros cual mas lindos. Yo me regocijo mirándolos.
- La cabeza me marca el compás y bailo con ellos y las luces, todos en una danza muy grande, hasta desde una fuente dos bailarines me acompañan.
- Pero de improviso un dolor del alma como un puñal me atraviesa recordando el pueblo “La Loma”, y lloro con gritos que son alaridos que se ahogan en mi pecho.
-Ojo joven que no terminé, no se vaya, tengo mas para contarle, -cuando me pongo triste me mando un trago de alcohol, y mi cuerpo se eleva, y me veo dueño de este hermoso jardín, cada edificio con sus luces o a oscuras me miran, y ¿Sabe, yo me siento el rey de muchos palacios inmensos que rodean “mi lugar en el mundo”.
- Y una mezcla de dolor y alegría, son mi canción de cuna, y me quedo dormido bajo un árbol, siento sus hojas que acarician mi cara y todo mi ser; yo digo que es el amor de María que no me deja.
- Yo sé mocito que usted insiste en que me tiene que llevar en la combi al posadero, que mañana podré volver. Pero creo que con lo que le conté alcanza,
-Mire Don, yo me quedo aquí, no molesto a nadie, tengo todo, vaya a cazar a otro lado.
-Déjeme, yo soy feliz Libre en esta selva…. Como se siente el viejo oso cuando encuentra su puerta abierta, y vuelve a la Libertad de su amada selva.
Traición amorosa - Nicolás Wolf (05/2017)
Los barrotes de la prisión no impidieron que pudiera acariciarla. Pasé años de insistente soledad. La primera noche que apareció fue sublime. Era tal cual como la venía imaginando desde siempre. Nos reconocimos sin límites. A partir de entonces comencé a soñarla todas las noches. Era tan real que se fundía en el lateral corazón de mi celda. Tan real que quien diga que fue un sueño es un canalla y lo mato.
El humor me cambió ciento ochenta grados. En el patio del pabellón no tardaron en hacerlo notar. Maldigo el momento que narré mi contento, pero de no hacerlo me hubiese ahogado de amor en ese pequeño cuarto. Muchos me trataron de loco inverosímil y dolió muy hondo. Tal vez por causa de ello fue que desabotoné la camisa y enseñé los rastros de sus uñas clavadas en mi abdómen. Enseñé las pruebas irrefutables del amor. Me dieron vuelta la cara como a un paria. Váyanse todos a cagar, les grité por lo alto. Sólo el Gordo Altamirano abrió bien grandes sus ojos y preguntó algunos detalles. Se los di sin temor a que pudiera entenderlos. Se los di cuando quedamos solos en el patio del pabellón.
No pasaron varias noches para que ocurriera esto que me carcome por dentro. No vino a mi encuentro. Pienso mil desastres que pudieron haberle ocurrido. Paso la peor de las madrugadas. Inmerso en una espesa humedad, que es casi llanto, veo salir el sol de resfilón por los barrotes. Llorando sin más veo como la noche esfuma y de ella ni rastros.
Salgo al patio del pabellón a esparcir mi bronca. No hablo con nadie. De pronto lo veo al Gordo Altamirano. Está ahí, solo. Solo pero está muy alegre. Lo noto enseguida. Con los ojos llenos de peligrosa felicidad. Me le acerco sigiloso. Por detrás y de costado. Parece fuera de sí. Levanto su remera levemente y aparecen rojo furioso, sobre los pliegues de su panza, los rasguños de mi traición.
Qué sociedad tan hipócrita la de este pueblo, sobre todo tan desconsiderada para con las mujeres; y eso que ya casi promediamos el siglo XX.
Soy culpable acaso de no haber podido sostener mi compromiso matrimonial, como se estila en el lugar? O suponen mis vecinos que tengo una responsabilidad distinta a la de mi ex esposo, que disfruta su libertad plena y públicamente?
No funcionó, y punto!!, como les pasa a tantos… Sé por confidencias de algunas amigas, y por muchos chismes, que numerosas parejas que se muestran sonrientes y “bienavenidas” a la luz del sol, sufren en silencio puertas adentro.
Bueno, nuestro caso no fue así. El se alejó furioso una tarde y no volvió. Para ser sincera, después de llorar amargamente mi frustración, sentí alivio. No era vida la que teníamos, tantas peleas y desamor. Finalmente yo era capaz de afrontar la vida sola y también mantener a mis hijos... Y así fue durante un tiempo.
El problema surgió cuando conocí a Hernán. No sé si es que yo era aún joven, o todavía bella… qué importa! Era Mujer y basta! Sentía que el corazón me latía y la mente se me nublaba cuando lo cruzaba por las polvorientas calles pueblerinas, cuando iba a entregar mi trabajo.
A las pocas semanas estaba locamente enamorada, y él de mí. Pero la verdad es que a la par de este amor incipiente comenzaron mis desvelos y sufrimientos: murmuraciones, vacios, críticas despiadadas, crueldad con mis hijos. Un auténtico torbellino de sensaciones me arremeten desde entonces quitándome la paz, aunque lo que más me duele es la crítica e incomprensión de las mujeres. Ellas, como nadie, deberían ser solidarias, y saber que no está bueno esconderse para amar.
Sabe una cosa querido amigo? Sé muy bien que se aprende de los propios errores. Pero qué hacer cuando los viejos capítulos de nuestra vida lindan con lo trágico y nos ata a un pasado sin nunca poder resolverlos? Y me di cuenta que al fin y al cabo, uno se va transformando en su propio enemigo. Se estará preguntando cual es la historia de vida que conocerá hoy. Usted es un muy buen interlocutor, porque es un amigo imparcial que sabe escuchar. Y sabe emitir conclusiones para que uno aprenda de su pasado, muchas veces hecho trizas.
Corría el mes de abril de vaya a saber qué año. Solo sé qué hacía mucho frío. Un año lleno de malas noticias. Nunca antes había visto tal cantidad de hojas secas caídas de los árboles. Ese año el otoño no se había hecho esperar. Y vino con todo. Lo que más me afligía era la impotencia que sentía acerca de la inoperancia de los gobiernos, en no poder dar soluciones tangibles al tema de las inundaciones. Todo había sido traspasado los límites previstos, Los afectados habían perdido todo tapado por las aguas. No obstante se veían dispuestos a volver a empezar sobre las ruinas. Siempre admiré este modo de enfrentar los episodios, ajenos a mi modo de actuar. Valor y coraje se necesitaba y mucho. Dos factores de los que yo adolecía.
Mi relación con ella había sorteado eficientemente muchos obstáculos, hasta formarse una sana instancia de un largo camino vivido. Yo admiraba en ella (por no decir que era envidia y de las mayores) todos sus talentos.
Cualquier persona en mi lugar hubiera tenido tal sentimiento al respecto. Era admirable su capacidad de hacer un arte de cada circunstancia de la vida. Su creatividad no tenía límites. Y todo lo que hacía lo hacía bien. Porque hacia lo que realmente amaba, y le ponía todas las pilas. ¡Qué bella se la veía cuando escribía una poesía de amor, inspirada en una gran historia! Se le iluminaba el rostro y se la veía casi irreal y mística. Parecía un cuadro ideado por algún pintor de la época del Renacimiento. Casi inmóvil se la veía. Solo los dedos se los veía fuera de la escena de pausa. Su pequeña mano blanca y tersa, movía una lapicera a tinta en forma apasionada. Y ella no reparaba en moverla al compás de su escritura imaginando que otro la observara. Yo, agazapado tras una pared, la observaba, cada día más y más enamorado, sin remedio, que me pudiera volver en sí.
Tenía ella un rostro sublime cuando atrapada por sus oleos, ponía color a sus dibujos, que ella misma hiciera, inspirada en hechos reales de la vida diaria. Su interpretación cruda de la realidad se transformaba muchas veces en escenas de crueldad, que ella traspasaba por su filtro personal, suavizándola. Debido a que como la mayoría de los artistas, no sabe poner precio a sus talentos, la mayoría de las veces, las obsequiaba sin mirar demasiado bien a quien, sus mejores obras .Tal desapego yo no podía comprender, ya que yo como hombre de negocios acostumbraba a sacar agua de las piedras. Pero era muy grande mi amor que me daba resignación y admiración.
Excelente artista en toda tarea Todo le salía bien. Tal vez era porque ponía mucho de sí misma. Todo lo hacía con profundo amor. Y se notaba. Hacía de la cocina su más preciado laboratorio en preparar manjares. Ella me sorprendía cada día con algún platillo especial. Especialmente los días fríos, en los que volver a mi hogar se transformaba en un real paraíso. Tras tres otoños de compartir juntos la vida, llegamos a conocernos bastante bien.
Eso creía yo, hasta ese momento. Pues no pude prever el futuro y las consecuencias de mis hechos.
Es muy larga la lista de sus talentos. Tan larga que sorprendería a cualquiera, mas a usted, amigo mío, que si bien usted calla, interpreta con coherencia cada una de las citas dadas.
Todo comenzó cuando cierto día pensé en hacerle un regalo especial, que ayudaría a nuestra unión. Eso pensé en aquel momento. Qué podría comprarle para sorprenderla. Esa mi pregunta cotidiana, que me hacía a diario. Venían a mi mente montones de posibilidades. Y no me definía por ninguna. La observaba y pensaba, cual sería ese regalo por el que ella lo enalteciera como también a si misma.
Pasaron casi dos meses de intenso frío. Las bajas temperaturas era tema habitual. Siempre le obsequiaba flores y bombones, al que juzgaba poca atención por tanta belleza compartida. Nuestro perro, callejero y sinvergüenza, la acompañaba muy cerca de ella, reconociéndola como su amo. Él ya era entrado en años, y se cansaba de caminar. Le ponía su colchón a sus pies, y tremenda compañía inspiradora que le otorgaba tan profunda entrega.
Pensé que la música sería otra habilidad que ella pudiera ejercitar. Recordé que siendo niña su madre la acompañaba al conservatorio a tomar clases de piano. Ella era feliz cuando interpretaba alguna melodía Sus humildes padres no habían podido comprarle el instrumento causal de que interrumpiera su aprendizaje porque el colegio le consumía el tiempo libre. No dudé más y me puse en campaña de conseguir un piano ideal.
Cierto día en el que todo salía bien, trajeron el piano a casa, ante el total asombro de ella. Traía un gran moño rojo y una tarjeta dedicatoria. “Al gran amor de mi vida. Te juro que nuestro amor durará para siempre, aun después de la muerte. Quien te ama intensamente”.
Demás está decir que ella se sintió desbordada por tan preciado regalo. Se sentaba junto al piano, consumiendo maravillada las horas de su día. Demasiadas horas tocando. Los vecinos al oírla tan bien, a la hora señalada abrían sus ventanas para deleitarse de tan bellas melodías. Ahora solo le ponía pasión a su piano, de procedencia alemán y de cola, propio para dar buenos conciertos. Amaba que cada vez que viniera visita le pedían que tocara algo célebre.
Ella ya no podía vivir sin su piano. Se deleitaba cada día más y la gente le premiaba con una sonrisa. Especialmente los vecinos copropietarios, de su gran departamento de Caballito.
Cierto día observé que brindaba más atención a su piano que a mí, y comencé a sentir celos. Parecería tonto tener esta emoción, pero yo sentí que mi regalo jugaba en contra mío. El era mi rival, y no tenía ni idea en qué hacer para modificar esa situación. Pensé fomentarle otros intereses que la volvieran a mí. Pero eso no sucedió. Las bellas melodías que interpretaba cada día la volvían más interesada en continuar con esta aptitud. Comencé a desesperarme no sabiendo que hacer.
Cierto día poco brillante, le programé una salida con sus amigas de la infancia. Y orquesté un plan preciso. Decidí venderle el piano para recuperarla. Lo vendí inmediatamente. Esa misma tarde vendrían a buscarlo. El camión de la mudanza esperaba en la calle, mientras con una cuerda gruesa lo bajaban por los balcones. Ella regresó antes de lo imaginado y ante su total estupor, vivió la triste escena. Padeció por primera vez la traición de parte del ser que decía amarla hasta la eternidad. Ella no pudo superar esta pérdida y casi le cuesta la vida. Por primera vez no pudo perdonar aquel suceso, que se volcó en contra mío. Ella no lograba entender el porqué. Jamás pude perdonarme por no evaluar los alcances de esta circunstancia. Aquello que creía era una solución, me costó la separación. Es el día de hoy que no logro superarme. Ni el perro me quedó para consolarme. Y lloro a solas largo rato sin que nadie me viera,
porque no es bueno ver llorar a un hombre. Así dicen.
Gracias doctor por prestarme especial atención en esta sesión. Mi hora se ha cumplido y sé que debo retirarme.
Usted no es mi amigo. Es mi analista. Y la sesión de hoy me hizo comprender muchas cosas. Escucho su simple comentario. Aunque no me guste oírlo.
Simone - Roberto Rodriguez Gras(05-2017)En toda mi existencia no he encontrado a
nadie tan dotado como yo para la
felicidad. Ni tampoco que se lanzara a
ella con tanto empeño.
-…………………………………………………………………………………………
-Yo estaba muy triste Juanita, apena si pude decir…” su muerte nos separa…mi muerte no nos unirá…ya fue hermoso que nuestras vidas hayan podido estar de acuerdo durante tanto tiempo”… Y rompí en llanto… Con él podía compartirlo todo. Nuestras vidas transcurrieron en paralelo, entrecruzándose cada tanto en lo personal y lo íntimo como lo intelectual, pero dejando espacio para las relaciones con los otros al margen de la moral establecida. Con una única condición: ninguno de los dos mentiría al otro y nunca le disimularía nada. Habíamos inventado nuestras relaciones - su libertad, su franqueza-.
-……………………………………………………………………………………
.Sí, también habíamos inventado con menos éxito el trío. Cuando empecé a hablar de mí, me lancé a una aventura imprudente.
-…………………………………………………………………………………………
-No, no, no siempre fue así. Si no hubiera sido por la caída en desgracia económica de mi familia yo estaba destinada a casarme con un hombre de mi misma condición social y formar uno de los tantos matrimonios burgueses. Esa sociedad en la que el marido hace a su mujer. Es él quién debe formarla… hay casos en el que el esclavo no conoce su servidumbre… Todo consistía en que las mujeres debían sufrir las leyes, los dioses, las costumbres, las verdades creadas por los hombres. ¿O no?. Fue entonces cuando decidí ser dueña de mi propia vida.
-……………………………………………………………………………………
-Para muchos mi gran traición fue para con mi clase social, también con mi sexo. Nunca me lo perdonaron. Aunque después muchas me siguieron. Con él, nada nos limitaba, nada nos definía, nuestros lazos con el mundo los creábamos nosotros, la libertad era nuestra sustancia. Eso sí, distinguíamos los amores necesarios de los contingentes (de uno y otro sexo).
-……………………………………………………………………………………
-Pensábamos que sólo a los interesados les corresponde decidir que tipo de acuerdo desean alcanzar, no tienen ni derechos ni obligaciones a priori.
-……………………………………………………………………………………
-¿Por qué?. ¿Para qué vivir bajo el mismo techo cuando el mundo era nuestra propiedad común?. Además, No teníamos hijos, ni familia, ni responsabilidades.
-……………………………………………………………………………………
-No dejemos pasar tanto tiempo. Un beso.
Tangos, Héroes y Traidores
Réquiem con tostadas -- Mario Benedetti
Producción Bloque 1/17 Consigna 2
Yo no pude con esto - Cristina Delea (06/2017)
No te perdoné - Agustina Cangiano (05/2017)
FACHADA - Marcela Ruz (05/2017)
NUESTRA PRIMA AURORA - Mabel Jokmanovich Derka (05/2017)
El Bulín - Eleonora Inés Larroque (05/2017)
Manuela - Cesar A. Varela (05/2017)
YO, JUDAS.- HAYDÉE ORTONE (05/2017)
SOY UN REY CON DOLORES Y ALEGRÍA. - Julia Zelarrayan (05/2017)
Traición amorosa - Nicolás Wolf (05/2017)
YO, LA INCOMPRENDIDA!- Mabel Jokmanovich Derka (05/2017)
UN REGALO ESPECIAL - ADRIANA M. OTHEGUY
Simone - Roberto Rodriguez Gras
Yo no pude con esto - Cristina Delea (06/2017)
A veces cuando las cosas caen en lo más bajo, sólo allí vemos la diferencia.
Vos me decías: no esperes nada! Tu problema es que todavía vos esperas.
No lo entendí tajantemente hasta ayer. Se me dijo nada de esto es tuyo, porque yo hice esto y me mate por esto, yo solo, yo y yo vos no existís y me equivoque de pi a pa.
Creí en las normas, en la sociedad conyugal, en el CODIGO… porque de esto se trata, traiciones cotidianas.
Ella me decía: Vos no querés ver… duele la defraudación.
En ese instante dejo la palabra nosotros.
Ella me dijo ¡Pasaste por tonta, por pasiva! no te defendiste, porque te miraste en mi espejo.
Le pude preguntar si yo también iba a traicionar y me dijo que esa sombra siempre estuvo allí, pero yo no pude verla. Asomo tímidamente, lo vi, surgió en detalles, gestos y en su silencio que llenaba espacios, y allí no podía defender nada, no había lugar. Pues vamos, que estaba con los hijos chiquitos y vos sabes bien, Madre mía, que si algo pasaba con ellos yo iba a ser sentenciada. Es que sí, mi madre, el traidor golpea y cuando reaccionas pidiendo lo justo, lo tuyo, sos aplastada. Esta es la peor traición que yo pude haberme hecho, te digo ahora que no te tengo, no haber reconocido la verdad de la simulación.
Ay! He caído, muy bajo. Perdóname Madre amorosa, a ti siempre te hablo y también te he traicionado, porque no soy la misma que tú criaste, lejos de serlo, yo no he podido con esto.
No te perdoné - Agustina Cangiano (05/2017)
Vos sabías que yo quería ser papá. Lo quería como a nada en el mundo y no te importó. ¿Por qué? Yo respetaba tus decisiones. Jamás te forcé a hacer nada que no quisieras y, aún así, vos me privaste de lo que más deseaba.
Ni siquiera el poco tiempo que pude haberlo apreciado, vos te dignaste a contarme la verdad. Seguro porque sabías que no te iba a permitir que hicieras lo que hiciste. ¿Cómo podría alguien permitirlo?
Por eso estás donde estás. Porque tiraste todo nuestro amor a la basura. Porque podríamos haberlo tenido todo pero te acobardaste y terminaste siendo una asesina. Asesina de una cosa tan frágil e inocente que nunca pudo ver el mundo.
Y lo peor es que no pensabas decírmelo nunca. Ibas a pretender que él nunca existió. Y lo hubieras hecho sino te hubiera encontrado en el piso del baño, sangrando y llorando y explicándome que no, no sabías lo que había pasado, que te habías levantado adolorida, que no había sido tu culpa.
Pero yo sabía la verdad. Yo sé la verdad. Nunca quisiste tener hijos, te aterraba. E incluso si hubieras decidido ignorar eso y llevar adelante el embarazo, me lo hubieras dicho. Habrías venido corriendo con la noticia porque sabías lo feliz que me haría. No, no fue un accidente. Fuiste vos.
Y, a pesar de que todo lo que hiciste me dolió, me decepcionó mucho que no te hicieras cargo de la responsabilidad. Decir de frente “sí, yo lo maté” y aceptar el castigo que bien merecido tenías. En cambio, yo no me escondo detrás de mentiras y es por eso que te mando esta nota. Porque fui yo el que llamó a la policía.
FACHADA - Marcela Ruz (05/2017)
Que lo quisiste desde el colegio primario, que las familias se conocen de toda la vida. Que siempre tuviste las manos cuidadas, como a él le gustaba. Que te llevaba a todos lados, a fiestas, a reuniones de trabajo. ¿No te dabas cuenta, mujer, de nada de nada?
Que no, que nunca habían tenido sexo, habían prometido esperar hasta el casamiento, ambas familias son muy creyentes, ellos también. ¡Pero qué Dios, qué familia te va a pedir semejante hipocresía!
Que tenían muchos amigos, aunque ahora no sabés qué tan amigos eran. Por ahí muchos lo sabían, por ahí se reían a tus espaldas. Pero no, sus amigas seguro que no. Ellas tenían noviazgos parecidos. Y algunos de los novios de ellas eran muy, pero muy amigos de él. ¡No me digas! ¡Amigos, sí, seguro!
Que lo que nunca le vas a poder perdonar es la vergüenza. Porque al menos tendría que haberte dejado a vos cancelar el casamiento. Te hubiera preguntado, si por ahí hasta seguías adelante con todo. Tanto así lo amabas. No te importaba nada más que estar con él para siempre, como fuera. Y formar una familia hermosa. ¿Cuántos casos hay y nadie dice nada? Ahora tenés que inventar excusas, porque él no dio ninguna explicación a nadie. Tenés que dejarte consolar por los amigos, por la familia. Ser la pobrecita plantada casi en el altar. Qué le habrá hecho, qué habrá pasado, todos inventan, todos opinan. Tener que devolver los regalos, todos tan hermosos. Te escucho y no lo puedo creer ¿qué sos en realidad? ¿Una pobre ilusa o una cínica?
Te digo que al menos a último momento se comportó como una persona de bien, que en su afán por aparentar lo que no era no quiso arruinarte la vida. Que demostró que te quería. Vos te enojás, conmigo te enojás. Me gritás que no entiendo nada, que igual ahora qué importa. Tu cara se transforma, tus ojos me disparan miles de dardos envenenados. Querés pegarme, querés salir corriendo. La sesión de hoy terminó mal, una lástima. Alertado por tus gritos entró el guardia, que te va a llevar de vuelta a tu celda.
NUESTRA PRIMA AURORA - Mabel Jokmanovich Derka (05/2017)
Bueno, vos ya sabes lo que pienso yo. Te dije varias veces que, para mí, el nombre de una persona condiciona o inspira la vida de esa persona. Y así ocurrió con nuestra prima Aurora, te acordás? Tantos golpes y dolores tuvo Aurora, pero a todos transformó en un nuevo y vital “amanecer”. Una y otra vez...
No habrá sido fácil, supongo; y se le nota en el cuerpo, viste? Siempre frágil y sufrida.
Primero la muerte prematura de su padre, el tío Felipe; luego el desamparo y la necesidad de ponerse la casa al hombro, trabajando junto a tía Emilia en la máquina de coser, esa máquina casi tan grande como su cuerpo de casi- niña.
Ya repuesta, pasado el tiempo, recibió ilusionada la llegada del Amor y la oportunidad de reinaugurar su vida. Por fin un hombre para querer, una casa para cuidar, hijos para criar; una felicidad para construir de a dos. Y así fue durante un tiempo en la casa de la calle Olivares, ¿te acordás de esa casa grande, con rosales en el frente, donde solíamos visitarla?.
Pero otra vez le aguardaba un duro golpe y un gran dolor a nuestra querida prima: la evidencia de una relación amorosa de su marido con su mejor amiga, la más querida, la de mayor confianza.
Cómo hacer frente y reponerse de esta doble traición? Sólo Aurora, inspirada quizás en el significado de su nombre, pudo con el tiempo, no se si perdonar, pero sí procesar el dolor y renacer en nuevos amaneceres.
El Bulín - Eleonora Inés Larroque (05/2017)
Inés tenia 22 años, su cuerpo escultural y rostro alegre con bellos ojos verdes, se enamoro de un boquense (del barrio de Don Quinquelamartin); prefería nombrarlo así “mi boquense” porque a sus besos los consideraba “multitudinarios” “frenéticos” y por demasiado “ruidosos”...
Él con 40 había deslumbrado a la joven con su pilcha y prestancia viril.
Ella se levantaba todos los días a las 4:30 para yugarla en el Frigorífico La Negra; después de jornadas extenuantes, volvía a la piecita alquilada con cocina y baño compartido y preparaba el mate y la vianda para su amado en la siguiente jornada..
Este salía todas las noches a trabajar en un lugar bastante alejado del bulín ..... Nunca le pagaban en tiempo y forma, razón por la cual cambiaba, cada dos o tres días de lugar de laburo.
La familia de la joven estaba muy preocupada porque maliciaba algo terrible.
Inés iba perdiendo el sentido de la realidad y llego al limite de ponerle distancia a padres y hermanos.
Un día le pregunto a su pareja el motivo por el cual llegaba tan cansado y le respondió: “no te asiste ningún derecho para hacerme preguntas relativas a mi trabajo” y sin mediar mas palabras le propino un fuerte cachetazo seguido de una trompada en el estomago.
En esa oportunidad permanecieron juntos el resto del día, Inés no paraba de llorar y de quejarse de la intensa descarga del “boquense”. Al verla tan mal, el trato de disculparse colmándola de besos, abrazos y le prometió amor eterno.
Era la primera vez que la golpeaba, aunque el trato hacia ella no siempre era el mismo, variaba en relación directa con la cantidad de dinero con que llegaba a la piecita.
Cuando ella partía a su trabajo, él dormía profundamente y a él se le notaba un fuerte olor a alcohol.
Inés desconfiaba acerca de cuales serian las tareas nocturnas de su amado hasta que un día lo siguió viendo que subía a un colectivo que se dirigía a la Isla Maciel.
Manteniendo las distancias prudenciales, la acompaño una chica del frigorífico, a realizar otro seguimiento pero esta vez en auto.
Oh! Sorpresa, muy empilchadito entro a un garito y prostíbulo mistongo.
Gracias a la insistencia de su compañera, regresaron al bulín, juntaron las pertenencias de Inés, y esta le dejo una nota sobre la destartalada mesita de luz que rezaba así: “ He perdido el tiempo al lado de un traidor “
La historia termino ocho meses después, cuando nació una hermosa criatura, producto de un amor no correspondido.
Manuela - Cesar A. Varela (05/2017)
Aún recuerdo esa conversación con Aurora, mi madre, fue mucho tiempo después, ya grandes los dos, aun suenan en mis oídos sus argumentos.
- No se puede juzgar así a una mujer, sola con dos hijos, en aquellos años de miseria, ¿qué podía hacer? siempre se la vio muy pegada a él, compartían, parecía, mucho más que sus hijos, compartían sus vidas, ella se las arreglaba con eso poco que tenían para estar siempre dignos. Cuando él enfermó; no, no te equivoques, ella se arremango y empezó a ganar el sustento, lavaba ropa, cocina al medio día para los obreros de la tienda de la otra cuadra, ¿cómo se llamaba…? ah! Almacenes Ibéricos, sus hijos llevaban sus guardapolvos impecables, a pesar de los zurcidos nunca les faltaron ni los lápices ni las hojas.
- Pero Aurora, como puede ser que ella, la que escoba en mano batallo contra ese traidor de José …
- No, no juzgues como, como juzgaron en el conventillo, no, no, no fue una traidora, tampoco sé si fue amor, pero… quien se puso en su piel, todos le dábamos una mano, la ayudábamos con lo que podíamos y bien sabes que en esa época ninguno podía mucho.
- No sé si fue amor, pero cuando tiempo después los vi, yo fui una de las pocas que la seguí viendo, sentía cariño y sobre todo respeto, tenía para ese entonces otros dos hijos y un padre para los cuatro, como antes, llevaba con mano firme su hogar, y el traidor era otro en ese hogar o… pieza, no no sé si lo amaba….lo que se, es que no traiciono a nadie…
YO, JUDAS.- HAYDÉE ORTONE (05/2017)
Señorita Amelia: vengo a hablarle de algo que pasó el año pasado. Seguro que usted todavía se acuerda. Estaba tan enojada. Mi mamá ya lo sabe porque la seño de
Catequesis dice que cuando uno está en el cielo se entera de todo lo que pasa acá abajo. ¿Recuerda a Simón?, ¿el chico que se sentaba siempre adelante porque veía muy poco? era mi mejor amigo. Él tenía la colección completa de las figuritas de Dragón ball, hasta las más difíciles, justo las que queríamos todos, él era el único que en el grado podía llenar el álbum, algunos chicos quisieron cambiárselas por la de Spider-man. Tomás le ofreció a cambio un autito de Hot wheels, y yo le dije: por lo menos regalame una, soy tu mejor amigo, y hasta Adrián (que todo lo arreglaba a los golpes ) lo amenazó con pegarle a la salida si no se las daba, pero no hubo caso. Sólo a mí me las prestaba con la condición de que jugáramos juntos
A mí me gustaban mucho, le pedí a mi papá que me las comprara pero él, dándome un empujón me dijo que lo dejara tranquilo porque demasiados problemas tenía como para ocuparse de unas figuritas de…bueno... él dijo una mala palabra, yo no la debo repetir.
A mamá no quise pedírselas porque estaba un poco enferma y casi no salía a la calle.
Un día, cuando fuimos al recreo, Adrián dijo que teníamos que jugar al futbol, todos menos Simón porque como veía tan poco no servía ni para arquero; entonces Simón me pidió que jugara con él pero yo le dije que no y me fui con los otros chicos y él se quedó solo con sus figuritas en la mano.
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En esa época mamá estaba siempre triste, a veces me abrazaba y se ponía a llorar; yo estaba arrepentido de lo que había hecho pero no le dije nada, no fuera cosa de que al enterarse se pusiera peor.
Después de eso Simón me invitó varias veces a su casa para jugar con él. Yo fui pero ya nada fue igual. Simón me preguntó qué me estaba pasando y yo le dije que estaba muy mal por la enfermedad de mi mamá. Después no me invitaron más.
Señorita Amelia ¿Usted cree que mi mamá estará feliz ahora que se lo vine a contar?...
SOY UN REY CON DOLORES Y ALEGRÍA. - Julia Zelarrayan (05/2017)
-(Vengo escapado de un cuento anterior…...)
- Sabe muchacho todo tiene una razón o una sinrazón, cuando yo destrozaba mis años de juventud, gustaba de pasarme de pueblo en pueblo, de china en china, pero pasó que cierto día “de vuelta por un poblao” entendí que había hecho uno de aquellos líos, de esos que a uno lo marcan para toda la vida.
- Tal fue el alboroto que se armó en ese lugar, y lo peor eran todos contra mí.
- Y no le doy detalles de la golpiza recibida, que me dieron, parecían cientos, todos estaban embravecidos, me dieron una paliza de “todos los colores”, Cuando se cansaron se fueron y yo quedé como dormido.
- No se cuanto pasó pero desperté en un viejo galpón entre hierros viejos y alfalfa, un muchachón se me arrimó, yo le dije pegue nomás por donde quiera!.
El mocito me dijo, -quédese tranquilo, yo sólo quiero ayudarlo; me limpió un poco y me alcanzó unas ropas y un par de alpargatas, y dijo;
- Usted ya tiene bastante encima, y se tiene que ir de este pueblo, lejos, y no vuelva nunca más.
- Yo comprendo a pesar de la golpiza, el mate me funcionó (otra como la recibida y “no la cuento”).
- A la ruta me llevó en una chata, puso en mis manos unos pesos, y lo mas profundo fue que me dio un abrazo fuerte y con cariño, sentí un estremecimiento por todo mi cuerpo.
Al ratito ya estaba rumbo a la Ciudad de Buenos Aires, así le dijo el chico al coso del ómnibus. Creo que me desperté en otro mundo, jamás había visto tal cantidad de rascacielos, caseríos por todos lados.
- Caminé y caminé algo me decía que tenía que encontrar “mi lugar en el mundo”.
- Déjeme aquí, tengo mucho aquí dentro de mi frente; los recuerdos que hacen arder mi cabeza, como en vértigo y pasan por mi mente, la cara de la María y la de un “guri” que sería mío.
- Digo yo como puede vivir con gusto un ser humano tan traicionero como yo, si de su amor disfruté y llorando la dejé.
- No se ponga mal, aprendí a querer este lugar a donde me mandaron, mire ya no se quien.
Y sigo divagando: Silencio la noche va acallando los ruidos de la ciudad. La verdad es mejor cuando me quedo solo; ya el hambre del día sacié. Dejan de mirarme de reojo las gentes, parecen curiosos y temerosos.
- Ahora puedo tenderme en el pasto y mirar “mi plaza Lavalle”; que grande están las plantas de tipa, ombú, palmeras y otros cual mas lindos. Yo me regocijo mirándolos.
- La cabeza me marca el compás y bailo con ellos y las luces, todos en una danza muy grande, hasta desde una fuente dos bailarines me acompañan.
- Pero de improviso un dolor del alma como un puñal me atraviesa recordando el pueblo “La Loma”, y lloro con gritos que son alaridos que se ahogan en mi pecho.
-Ojo joven que no terminé, no se vaya, tengo mas para contarle, -cuando me pongo triste me mando un trago de alcohol, y mi cuerpo se eleva, y me veo dueño de este hermoso jardín, cada edificio con sus luces o a oscuras me miran, y ¿Sabe, yo me siento el rey de muchos palacios inmensos que rodean “mi lugar en el mundo”.
- Y una mezcla de dolor y alegría, son mi canción de cuna, y me quedo dormido bajo un árbol, siento sus hojas que acarician mi cara y todo mi ser; yo digo que es el amor de María que no me deja.
- Yo sé mocito que usted insiste en que me tiene que llevar en la combi al posadero, que mañana podré volver. Pero creo que con lo que le conté alcanza,
-Mire Don, yo me quedo aquí, no molesto a nadie, tengo todo, vaya a cazar a otro lado.
-Déjeme, yo soy feliz Libre en esta selva…. Como se siente el viejo oso cuando encuentra su puerta abierta, y vuelve a la Libertad de su amada selva.
Traición amorosa - Nicolás Wolf (05/2017)
Los barrotes de la prisión no impidieron que pudiera acariciarla. Pasé años de insistente soledad. La primera noche que apareció fue sublime. Era tal cual como la venía imaginando desde siempre. Nos reconocimos sin límites. A partir de entonces comencé a soñarla todas las noches. Era tan real que se fundía en el lateral corazón de mi celda. Tan real que quien diga que fue un sueño es un canalla y lo mato.
El humor me cambió ciento ochenta grados. En el patio del pabellón no tardaron en hacerlo notar. Maldigo el momento que narré mi contento, pero de no hacerlo me hubiese ahogado de amor en ese pequeño cuarto. Muchos me trataron de loco inverosímil y dolió muy hondo. Tal vez por causa de ello fue que desabotoné la camisa y enseñé los rastros de sus uñas clavadas en mi abdómen. Enseñé las pruebas irrefutables del amor. Me dieron vuelta la cara como a un paria. Váyanse todos a cagar, les grité por lo alto. Sólo el Gordo Altamirano abrió bien grandes sus ojos y preguntó algunos detalles. Se los di sin temor a que pudiera entenderlos. Se los di cuando quedamos solos en el patio del pabellón.
No pasaron varias noches para que ocurriera esto que me carcome por dentro. No vino a mi encuentro. Pienso mil desastres que pudieron haberle ocurrido. Paso la peor de las madrugadas. Inmerso en una espesa humedad, que es casi llanto, veo salir el sol de resfilón por los barrotes. Llorando sin más veo como la noche esfuma y de ella ni rastros.
Salgo al patio del pabellón a esparcir mi bronca. No hablo con nadie. De pronto lo veo al Gordo Altamirano. Está ahí, solo. Solo pero está muy alegre. Lo noto enseguida. Con los ojos llenos de peligrosa felicidad. Me le acerco sigiloso. Por detrás y de costado. Parece fuera de sí. Levanto su remera levemente y aparecen rojo furioso, sobre los pliegues de su panza, los rasguños de mi traición.
YO, LA INCOMPRENDIDA!- Mabel Jokmanovich Derka (05/2017)
Qué sociedad tan hipócrita la de este pueblo, sobre todo tan desconsiderada para con las mujeres; y eso que ya casi promediamos el siglo XX.
Soy culpable acaso de no haber podido sostener mi compromiso matrimonial, como se estila en el lugar? O suponen mis vecinos que tengo una responsabilidad distinta a la de mi ex esposo, que disfruta su libertad plena y públicamente?
No funcionó, y punto!!, como les pasa a tantos… Sé por confidencias de algunas amigas, y por muchos chismes, que numerosas parejas que se muestran sonrientes y “bienavenidas” a la luz del sol, sufren en silencio puertas adentro.
Bueno, nuestro caso no fue así. El se alejó furioso una tarde y no volvió. Para ser sincera, después de llorar amargamente mi frustración, sentí alivio. No era vida la que teníamos, tantas peleas y desamor. Finalmente yo era capaz de afrontar la vida sola y también mantener a mis hijos... Y así fue durante un tiempo.
El problema surgió cuando conocí a Hernán. No sé si es que yo era aún joven, o todavía bella… qué importa! Era Mujer y basta! Sentía que el corazón me latía y la mente se me nublaba cuando lo cruzaba por las polvorientas calles pueblerinas, cuando iba a entregar mi trabajo.
A las pocas semanas estaba locamente enamorada, y él de mí. Pero la verdad es que a la par de este amor incipiente comenzaron mis desvelos y sufrimientos: murmuraciones, vacios, críticas despiadadas, crueldad con mis hijos. Un auténtico torbellino de sensaciones me arremeten desde entonces quitándome la paz, aunque lo que más me duele es la crítica e incomprensión de las mujeres. Ellas, como nadie, deberían ser solidarias, y saber que no está bueno esconderse para amar.
UN REGALO ESPECIAL - ADRIANA M. OTHEGUY
Sabe una cosa querido amigo? Sé muy bien que se aprende de los propios errores. Pero qué hacer cuando los viejos capítulos de nuestra vida lindan con lo trágico y nos ata a un pasado sin nunca poder resolverlos? Y me di cuenta que al fin y al cabo, uno se va transformando en su propio enemigo. Se estará preguntando cual es la historia de vida que conocerá hoy. Usted es un muy buen interlocutor, porque es un amigo imparcial que sabe escuchar. Y sabe emitir conclusiones para que uno aprenda de su pasado, muchas veces hecho trizas.
Corría el mes de abril de vaya a saber qué año. Solo sé qué hacía mucho frío. Un año lleno de malas noticias. Nunca antes había visto tal cantidad de hojas secas caídas de los árboles. Ese año el otoño no se había hecho esperar. Y vino con todo. Lo que más me afligía era la impotencia que sentía acerca de la inoperancia de los gobiernos, en no poder dar soluciones tangibles al tema de las inundaciones. Todo había sido traspasado los límites previstos, Los afectados habían perdido todo tapado por las aguas. No obstante se veían dispuestos a volver a empezar sobre las ruinas. Siempre admiré este modo de enfrentar los episodios, ajenos a mi modo de actuar. Valor y coraje se necesitaba y mucho. Dos factores de los que yo adolecía.
Mi relación con ella había sorteado eficientemente muchos obstáculos, hasta formarse una sana instancia de un largo camino vivido. Yo admiraba en ella (por no decir que era envidia y de las mayores) todos sus talentos.
Cualquier persona en mi lugar hubiera tenido tal sentimiento al respecto. Era admirable su capacidad de hacer un arte de cada circunstancia de la vida. Su creatividad no tenía límites. Y todo lo que hacía lo hacía bien. Porque hacia lo que realmente amaba, y le ponía todas las pilas. ¡Qué bella se la veía cuando escribía una poesía de amor, inspirada en una gran historia! Se le iluminaba el rostro y se la veía casi irreal y mística. Parecía un cuadro ideado por algún pintor de la época del Renacimiento. Casi inmóvil se la veía. Solo los dedos se los veía fuera de la escena de pausa. Su pequeña mano blanca y tersa, movía una lapicera a tinta en forma apasionada. Y ella no reparaba en moverla al compás de su escritura imaginando que otro la observara. Yo, agazapado tras una pared, la observaba, cada día más y más enamorado, sin remedio, que me pudiera volver en sí.
Tenía ella un rostro sublime cuando atrapada por sus oleos, ponía color a sus dibujos, que ella misma hiciera, inspirada en hechos reales de la vida diaria. Su interpretación cruda de la realidad se transformaba muchas veces en escenas de crueldad, que ella traspasaba por su filtro personal, suavizándola. Debido a que como la mayoría de los artistas, no sabe poner precio a sus talentos, la mayoría de las veces, las obsequiaba sin mirar demasiado bien a quien, sus mejores obras .Tal desapego yo no podía comprender, ya que yo como hombre de negocios acostumbraba a sacar agua de las piedras. Pero era muy grande mi amor que me daba resignación y admiración.
Excelente artista en toda tarea Todo le salía bien. Tal vez era porque ponía mucho de sí misma. Todo lo hacía con profundo amor. Y se notaba. Hacía de la cocina su más preciado laboratorio en preparar manjares. Ella me sorprendía cada día con algún platillo especial. Especialmente los días fríos, en los que volver a mi hogar se transformaba en un real paraíso. Tras tres otoños de compartir juntos la vida, llegamos a conocernos bastante bien.
Eso creía yo, hasta ese momento. Pues no pude prever el futuro y las consecuencias de mis hechos.
Es muy larga la lista de sus talentos. Tan larga que sorprendería a cualquiera, mas a usted, amigo mío, que si bien usted calla, interpreta con coherencia cada una de las citas dadas.
Todo comenzó cuando cierto día pensé en hacerle un regalo especial, que ayudaría a nuestra unión. Eso pensé en aquel momento. Qué podría comprarle para sorprenderla. Esa mi pregunta cotidiana, que me hacía a diario. Venían a mi mente montones de posibilidades. Y no me definía por ninguna. La observaba y pensaba, cual sería ese regalo por el que ella lo enalteciera como también a si misma.
Pasaron casi dos meses de intenso frío. Las bajas temperaturas era tema habitual. Siempre le obsequiaba flores y bombones, al que juzgaba poca atención por tanta belleza compartida. Nuestro perro, callejero y sinvergüenza, la acompañaba muy cerca de ella, reconociéndola como su amo. Él ya era entrado en años, y se cansaba de caminar. Le ponía su colchón a sus pies, y tremenda compañía inspiradora que le otorgaba tan profunda entrega.
Pensé que la música sería otra habilidad que ella pudiera ejercitar. Recordé que siendo niña su madre la acompañaba al conservatorio a tomar clases de piano. Ella era feliz cuando interpretaba alguna melodía Sus humildes padres no habían podido comprarle el instrumento causal de que interrumpiera su aprendizaje porque el colegio le consumía el tiempo libre. No dudé más y me puse en campaña de conseguir un piano ideal.
Cierto día en el que todo salía bien, trajeron el piano a casa, ante el total asombro de ella. Traía un gran moño rojo y una tarjeta dedicatoria. “Al gran amor de mi vida. Te juro que nuestro amor durará para siempre, aun después de la muerte. Quien te ama intensamente”.
Demás está decir que ella se sintió desbordada por tan preciado regalo. Se sentaba junto al piano, consumiendo maravillada las horas de su día. Demasiadas horas tocando. Los vecinos al oírla tan bien, a la hora señalada abrían sus ventanas para deleitarse de tan bellas melodías. Ahora solo le ponía pasión a su piano, de procedencia alemán y de cola, propio para dar buenos conciertos. Amaba que cada vez que viniera visita le pedían que tocara algo célebre.
Ella ya no podía vivir sin su piano. Se deleitaba cada día más y la gente le premiaba con una sonrisa. Especialmente los vecinos copropietarios, de su gran departamento de Caballito.
Cierto día observé que brindaba más atención a su piano que a mí, y comencé a sentir celos. Parecería tonto tener esta emoción, pero yo sentí que mi regalo jugaba en contra mío. El era mi rival, y no tenía ni idea en qué hacer para modificar esa situación. Pensé fomentarle otros intereses que la volvieran a mí. Pero eso no sucedió. Las bellas melodías que interpretaba cada día la volvían más interesada en continuar con esta aptitud. Comencé a desesperarme no sabiendo que hacer.
Cierto día poco brillante, le programé una salida con sus amigas de la infancia. Y orquesté un plan preciso. Decidí venderle el piano para recuperarla. Lo vendí inmediatamente. Esa misma tarde vendrían a buscarlo. El camión de la mudanza esperaba en la calle, mientras con una cuerda gruesa lo bajaban por los balcones. Ella regresó antes de lo imaginado y ante su total estupor, vivió la triste escena. Padeció por primera vez la traición de parte del ser que decía amarla hasta la eternidad. Ella no pudo superar esta pérdida y casi le cuesta la vida. Por primera vez no pudo perdonar aquel suceso, que se volcó en contra mío. Ella no lograba entender el porqué. Jamás pude perdonarme por no evaluar los alcances de esta circunstancia. Aquello que creía era una solución, me costó la separación. Es el día de hoy que no logro superarme. Ni el perro me quedó para consolarme. Y lloro a solas largo rato sin que nadie me viera,
porque no es bueno ver llorar a un hombre. Así dicen.
Gracias doctor por prestarme especial atención en esta sesión. Mi hora se ha cumplido y sé que debo retirarme.
Usted no es mi amigo. Es mi analista. Y la sesión de hoy me hizo comprender muchas cosas. Escucho su simple comentario. Aunque no me guste oírlo.
Simone - Roberto Rodriguez Gras(05-2017)
nadie tan dotado como yo para la
felicidad. Ni tampoco que se lanzara a
ella con tanto empeño.
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-Yo estaba muy triste Juanita, apena si pude decir…” su muerte nos separa…mi muerte no nos unirá…ya fue hermoso que nuestras vidas hayan podido estar de acuerdo durante tanto tiempo”… Y rompí en llanto… Con él podía compartirlo todo. Nuestras vidas transcurrieron en paralelo, entrecruzándose cada tanto en lo personal y lo íntimo como lo intelectual, pero dejando espacio para las relaciones con los otros al margen de la moral establecida. Con una única condición: ninguno de los dos mentiría al otro y nunca le disimularía nada. Habíamos inventado nuestras relaciones - su libertad, su franqueza-.
-……………………………………………………………………………………
.Sí, también habíamos inventado con menos éxito el trío. Cuando empecé a hablar de mí, me lancé a una aventura imprudente.
-…………………………………………………………………………………………
-No, no, no siempre fue así. Si no hubiera sido por la caída en desgracia económica de mi familia yo estaba destinada a casarme con un hombre de mi misma condición social y formar uno de los tantos matrimonios burgueses. Esa sociedad en la que el marido hace a su mujer. Es él quién debe formarla… hay casos en el que el esclavo no conoce su servidumbre… Todo consistía en que las mujeres debían sufrir las leyes, los dioses, las costumbres, las verdades creadas por los hombres. ¿O no?. Fue entonces cuando decidí ser dueña de mi propia vida.
-……………………………………………………………………………………
-Para muchos mi gran traición fue para con mi clase social, también con mi sexo. Nunca me lo perdonaron. Aunque después muchas me siguieron. Con él, nada nos limitaba, nada nos definía, nuestros lazos con el mundo los creábamos nosotros, la libertad era nuestra sustancia. Eso sí, distinguíamos los amores necesarios de los contingentes (de uno y otro sexo).
-……………………………………………………………………………………
-Pensábamos que sólo a los interesados les corresponde decidir que tipo de acuerdo desean alcanzar, no tienen ni derechos ni obligaciones a priori.
-……………………………………………………………………………………
-¿Por qué?. ¿Para qué vivir bajo el mismo techo cuando el mundo era nuestra propiedad común?. Además, No teníamos hijos, ni familia, ni responsabilidades.
-……………………………………………………………………………………
-No dejemos pasar tanto tiempo. Un beso.
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