Bloque 1/17 Consigna 6:
Narrar por medio de diferentes voces (por lo menos tres) un episodio que se pueda interpretar de distintas maneras y que permita reconocer en una historia de sangre valores del traidor de la antigüedad (no cristiano), valores del héroe cristiano y valores del hombre común que no sabe dónde situarse. La historia debe pertenecer al mundo moderno y, si es posible, a la sociedad a la que pertenecemos. Introducirle un epígrafe que tenga que ver con una de las voces. El final se puede dejar abierto desde un cuarto narrador testigo.

Referencias
AGAMENÓN-ESQUILO
PROMETEO ENCADENADO-ESQUILO

Producción
IGUALES PERO DISTINTOS.-HAYDÉE ORTONE.
Everest - César Varela
ALMOHADAS - AGUSTINA CANGIANO
Dolor y sangre. - Roberto Rodríguez Gras


IGUALES PERO DISTINTOS.-HAYDÉE ORTONE.

No es la carne y la sangre, sino el
corazón lo que nos hace padres e hijos.

Schiller


Yo no le creía a Osvaldo, cuando decía que su hermano, el mellizo, era una basura. Siempre supuse que mi marido exageraba. Y pensar que muchas veces le dije: - vos hablás de envidia ¡a él le va tan bien!-
Ahora entiendo por qué Osvaldo no estuvo de acuerdo cuando yo le propuse que Carlos, ese reventado hijo de puta, fuera el padrino de la nena. Qué me iba a imaginar que ese monstruo estaba dentro de nuestra propia casa; que vivía tan cerca de nosotros.


Cuando me detuvieron yo no entendía nada, cómo podían culparme de crímenes tan espantosos, no obstante, creí que no me iba a resultar difícil probar mi inocencia supuse que mis antecedentes, mi conducta intachable, mi trayectoria obrarían a mi favor; pero pronto me di cuenta de que lo que podía ser mi coartada, se había caído antes de que pudiera esgrimirla. Para mi desgracia, la mañana de la violación y el crimen de mis sobrinos, me desperté afiebrado y decidí no concurrir a la oficina; yo no pude probar que en ese horario no había salido de mi domicilio, no tenía testigos. Pero lo peor de todo fue que me enteré que la denuncia había partido de mi propio hermano -mi propio hermano- de no creerlo. Para colmo, hasta la ciencia me jugó en contra: Osvaldo y yo somos gemelos pero lo más raro es que ambos somos uno de los pocos casos en el mundo en que compartimos el mismo patrón genético. La única que puede salvarme es mi sobrina, pero la pobrecita no está en condiciones de declarar. Para ella, el episodio vivido fue tan impactante que por el shock post traumático perdió el habla. Los psicólogos forenses que la tratan indicaron que por el momento no está en condiciones de testificar, ni siquiera a través de una cámara Gesell .


Aunque ustedes no puedan creerlo, yo los crié a los dos de la mejor manera posible, de parte de mi marido y de mi los gemelos sólo recibieron buenos ejemplos. La moral, la verdad, las buenas costumbres fueron los valores que siempre les inculcamos. Yo los quise a los dos por igual, sin embargo, muchas veces, cuando pensaba en Osvaldo, sentía como que el corazón se me estrujaba. Era una sensación extraña, como una alarma que se encendía de golpe. Tal vez fue por eso que cuando sucedió la tragedia que destrozó la vida de mis nietitos, esos inocentes, y la gente y la justicia, se preguntaban acerca de quién podía ser el asesino, si se trataba de un ladrón, un ajuste de cuentas, algún conocido de la familia, yo me sentí muy mal porque en el fondo de mi alma algo me decía que el culpable era él. Más tarde, cuando se descubrió lo del abuso ya no me quedaron dudas. Después pasó lo que ustedes ya conocen: intentó involucrar a Carlos, su hermano. Casi lo logra, entonces no lo pensé dos veces.
Por mí no se preocupen, yo ya estoy vieja.


Ese día mamá no estaba en casa. Papá me tomó en brazos y comenzó a acariciarme, después me sacó la ropa y me dijo que él iba a bañarme. A mí me daba mucha vergüenza pero él decía que para eso era mi papá y que lo hacía porque me quería mucho. En ese momento, Tobías, que había salido más temprano de la escuela entró de golpe. Entonces, no sé por qué papá se puso como loco, lo agarró del cuello y lo apretó muy fuerte y Tobías no se movió más. Después de eso, antes de irse, papá me dijo que yo no debía contar nada a nadie porque sinó me iba a pasar lo mismo que a Tobías.
Ahora lo digo porque papá ya no está. Nunca más me podrá hacer nada. Ya no tengo miedo.

Everest - César Varela


Todos para uno y uno para todos

Techo del mundo, asalto final, todo esta dispuesto, el clima es optimo, el grupo de buen animo y fuerte, empieza esta ultima caminata a la tan ansiada foto, solo mil metros los separan de llegar a ese lugar por el que tanto bregaron, meses de trabajo duro, entrenamiento agotador, de invertir mucho dinero, de noches de insomnio, al fin, pronto, todo terminara … o empezara, quien sabe?

Hasta aquí llego papá, aquí fue abandonado, es cierto que quien no puede, no puede ser ayudado, pero yo lo voy a lograr, yo tendré la foto, esa por la que el murió, a pesar de todos, estoy por lograrlo, me costo mucho, cuantos fantasmas tuve que vencer, cuanto miedo, que esfuerzo solo llegar a la base, entenderse con los nativos, aprender a respirar, aclimatarse, meses antes, meses en la montaña para una foto, para una vida para una revancha!


Tengo que controlar la adrenalina, la meta esta cerca, tengo que llegar, tener “la Foto”, invertí todo lo que tenia, le empeñe la casa a mis padres, pero con “la Foto” el retorno será inmenso, seré un héroe en mi tierra, escribiré un libro, una película, firmare fotos, que se yo lo que hare!!!, pero el éxito económico esta asegurado, me costo, siempre quise triunfar en el futbol, pero nunca le pude pegar a la pelota para adelante, correr tampoco fue lo mío, pero desde que leí sobre la vida de Hilary pensé que esto si lo podría hacer, con esto tendría mi foto, seria un deportista de elite… que cerca y que lejos esta, y el regreso, cuantos quedaron en la vuelta, cuando el cansancio te abate y las fuerzas se terminan, el asalto final te vacía!!


Que pensaba cuando propuse este desafío, a quien se le ocurre semejante apuesta, y mírenme ahora, donde estoy, en el techo del mundo, bueno casi, casi, en un rato tal vez, cuantos llegaron hasta aquí y no lo lograron, que el clima, que el oxigeno, que…
Ya en marcha, asalto final, voy en el medio, confío en el de adelante y aseguro al de atrás, tengo en la mochila el peso extra de los banderines, esos que prometí dejar en la cima como prueba que había llegado y conmigo también llegaron mis amigos esos que me han acompañado siempre en las buenas y en las malas, los que estuvieron a mi lado en la preparación, los que con sus bromas me alentaban a un mayor esfuerzo, los que hicieron la cena de despedida y me abrazaban como si nunca mas fuera a volver y ahora se que aunque vuelva, no será el mismo que despidieron, soy otro, tal vez porque de tan alto todo se ve distinto… a caminar, atento otros dependen, también, de vos.



Seguro lo van a lograr, todos muy distintos, cada cual con su necesidad de validar su vida, pero los tres sujetos a una sola cuerda, como dirían los mosqueteros, todos para uno y uno para todos, aquí en la montaña es cuestión de vida y muerte, esa cuerda es un nuevo cordón umbilical, no enganchan el grapón, amarran la vida
Lo van a lograr, la sangre, la fe y la ambición, los van a llevar a la cima, después, después es la vida…


ALMOHADAS - AGUSTINA CANGIANO

Hoy ha muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé.
El extranjero, A.Camus

Fue el viernes por la noche. No acostumbro dormir con mis papás pero ese día había tenido una pesadilla. Me levanté asustado luego de haber soñado con que esa chica de la película me perseguía con un cuchillo. Prendí la luz para verificar que no estuviera en la habitación y después corrí al cuarto de mis papás. Estuve acurrucado contra mamá un rato y estaba cayendo en el sueño de nuevo cuando sonó el teléfono. De cierta forma, el sonido repentino me asustó más que la pesadilla. Mamá se despertó sobresaltada y buscó el teléfono en la oscuridad. Dijo “hola” y no habló más. Estaba llorando cuando le pregunté qué había pasado.

Me siento en la silla al lado de la cama de papá. La enfermera se acaba de ir y estoy temblando. Acaricio la almohada que tengo sobre el regazo como si fuera un perro rabioso al que pudiera calmar. Pero el problema no es la almohada.
Pude hablar un poco con papá antes de que volviera a este estado. No me dijo mucho, solo que estaba cansado y que extrañaba a mamá. Ahora está sumido en una especie de semiinconsciencia que me da escalofríos.
Su cabeza está levemente inclinada hacia atrás y sus ojos miran al techo mientras se le dibuja una sonrisa tonta. Cuando se pone así, entiendo cómo alguien pudo pensar en una persona que nace vieja. Este hombre de ochenta y seis años parece así un niño. Y también parece que estuviera más cerca de Allá que de acá.
Ustedes entienden que esto no es fácil ¿verdad? Y, sin embargo, hace mucho que pienso en hacerlo. Tiene tanto dolor y hace tanto que el espíritu de mi padre lo dejó. Todos lo saben. Mis hermanas llorarán como yo lloro al presionar la almohada contra su rostro pero las lágrimas no se comparan con todas las derramadas durante estos últimos años. El dolor de que su corazón pare no se equiparará al de verlo alejarse lentamente hasta vaciarse por completo.

-Mire, yo he trabajado con la familia desde que el señor se puso mal. Muchos años. Al principio no lo noté pero después, con el tiempo, me di cuenta de que el chico era medio raro. No estaba casado ni tenía novia, era muy taciturno. ¡Y es una lástima porque sus hermanas son tan dulces! Yo sé que diciéndole esto, condeno para siempre mi trabajo con la familia. Pero antes que nada está la verdad y estaría faltándole a Dios si no se la cuento. La noche que murió el señor Lescano, su hijo era el encargado de cuidarlo. Yo los viernes por la noche me vuelvo a provincia y regreso el lunes. Me enteré de esto el sábado, temprano y, por supuesto, volví para el velorio. Todos lloraban menos él. La gente no sospecha porque piensa que los viejos enfermos se pueden morir en cualquier momento. Pero yo tengo experiencia en esto y he visto muchos casos similares y créame cuando le digo que a ese hombre todavía le quedaba uno que otro año de vida.
Por favor, oficial, investigue. Los viejos también merecen justicia.

Nunca creí en las casualidades. Siempre sentí que todo pasa por una razón. El Flaco me llamó unas horas antes del velorio pero no quiso pasarme la dirección así que solo pude darle el pésame por teléfono. Y, después, en la comisaría, se me aparece la enfermera queriendo hacer una denuncia. Yo no la reconocía hasta que empezó a hablar; decí que no había nadie cerca. Y no supe qué hacer. Todavía le doy vueltas al asunto. ¿No me había dicho él muchas veces cómo estaba harto de todo? ¿Acaso era justo reprochárselo? Pero tampoco se puede justificar el asesinato.
Yo sé muy bien qué dice la ley, el problema es que no sé qué digo yo. Tendré que consultarlo con la almohada.

Dolor y sangre. - Roberto Rodríguez Gras

Cuando hables procura que tus palabras
sean mejores que el silencio.

Habíamos quedado cara a cara. Transpirados. Agotados por la pelea. Tiré del cuchillo que se resistió a salir, había entrado hasta el mango. Todavía él se mantenía en pie e intentó abrazarse a mí. Ya era tarde para abrazos.. Llegó a balbucear “Carajo, soy tu hermano”. El estaba partiendo y lo hacía con una mirada que ahora se suavizaba hasta que ya no transmitió ninguna emoción .Y cayó a mis pies aflojando su mano, que ya no era suya, y recién ahora su cuchillo encontró la libertad. Ninguna parte de su cuerpo ya le pertenecía. Dí un paso atrás, dueño de mi locura en medio de un griterío de su esposa e hijos, mis sobrinos, el mayor no superaba los doce años. La fiesta había terminado mal. Tarde para arrepentirse. Comencé a correr perseguido por sus voces. La distancia hasta mi casa no superaba los cien metros. La lluvia quizás, contagiada por la tragedia levantó su voz e hizo sonar el estrépito de las gotas contra el piso. Resbalé en ese barro que había tardado en formarse a lo largo de ese día frío y lluvioso. Dí de cara contra el barro. Me levanté trabajosamente, con mucho esfuerzo, tambaleante, blandiendo el cuchillo para que no se me acercaran. Miré para atrás, llevaba ventaja, pero sentía que el vino hacía sus efectos, también la naturaleza. Además, me dolía el costado, yo también estaba herido. Empecé a sentirme débil, muy débil pero alcancé a abrir la puerta de mi casa y la cerré como pude tras de mi. Corrí la tranca. Las piedras empezaron a golpear puertas y ventanas. Las maldiciones y los insultos no cesaban…

-Señorita Amalia, la están esperando en Dirección, yo me hago cargo del curso. Su alumno con la madre la esperan. Quieren despedirse de usted. Dicen que fue muy buena con él. No le envidio la tarea –dijo condescendiente-.
Cuando Amalia abrió la puerta de la dirección el chico se abalanzó sobre ella, la abrazó fuertemente y rompió en llantos. La madre, de pie, observaba la escena detrás de unas lágrimas que no cesaban de caer, devastada, aniquilada, en el límite de un dolor insoportable ante la toma de una decisión inevitable que condicionaría el futuro de su hijo.
-Mi hijo no va a poder seguir viniendo a la escuela Señorita, es el mayor. Ya no tengo a mi esposo, lo mató su hermano. Diego deberá cuidar de sus hermanos y ayudarme. Estoy buscando trabajo. No voy a poder pagar el alquiler. Estoy desesperada. No puedo soportar que se haya ido. No sé vivir sin él –la mirada en alternancia iba del piso a los ojos de la maestra, la voz se esforzaba por salir y era apenas audible, no había odio solo resignación…

El grupo de muchachones estaba reunido alrededor de la mesa del bar. Uno hablaba, los demás escuchaban con mucha atención. Paré la oreja y alcancé a oír palabras sueltas de ese monólogo.
…papá después de cenar, aunque estuviera muy cansado del laburo del día, se tomaba un tiempo para una charla y nos hablaba de la vida, de dios, de lo que es ser un hombre…
…mi viejo era creyente, iba seguido a misa los domingos…
…me acuerdo que cuando tomé la primera comunión la catequista me hablaba del perdón, del amor al prójimo, de la reconciliación, de los valores cristianos…
…después de la muerte de mi papá, no pise nunca más una iglesia,,,
… yo no voy a perdonar jamás a mi tío …


…llegó el día, ya me dieron mis pertenencias… pasaron diez años desde que el juez me condenó, voy a volver a ser libre, … ¿libre? … ¿después de haber matado a mi hermano? …no, mi condena continúa…ya no detrás de unos barrotes… mi vida no merece vivirse… no tengo donde ir,,, quizás obtenga el perdón de mi cuñada y mis sobrinos …¿qué será de ellos?...
-Queda libre. Que tenga suerte –me dijo el guardia y abrió el portón de salida-.
-Gracias –contesté y salí.
Justo frente a mí, en la vereda de enfrenté reconozco a mi sobrino. Ese hombre me mira fijamente, Ya no es mi sobrino.
Avanza hacia mí.
Quizás sea mejor así.

-Usted presenció aquella noche la escena en la que mató al hermano. ¿Cuál fue el motivo de la pelea ?.
-Comenzó con una broma malentendida. El resto lo hizo el vino.

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