Bloque 2/18 Consigna 1: En un célebre cuadro aparece un ángel dado vuelta que mira con espanto hacia atrás, hacia el pasado, y que incluye de alguna manera una gran parte de la cultura humana actual. Incluir en una narración premonitoria, en la primera persona de un soñador, esa imagen del ángel y su significación situado en nuestro hoy. El sueño puede o no ser recurrente. Esta narración puede incorporar una segunda persona que sea el intérprete, o que intente serlo, desde la piedad.

Producción de los participantes:
El sueño americano - Agustina Cangiano
Premonición - Marta Imbriale
Visiones - Marcela Ruz
Sueño Carretel - Nicolás Wolf

Material de referencia:
-Foto de la obra: Angelus novus, de Klee, con interpretación de Walter Benjamin.
-Génesis 41
El evangelio según Jesucristo-Saramago.(fragmento)


Premonición - Marta Imbriale

Desperté aterrada, temblando. Aún oía mis gritos.
Llamé a Paulina. Tiene el don de descifrar los sueños. Además su mirada semeja a un lago de aguas calmas. Transmite paz, serenidad.
Tomó mis manos sonriendo ‘’No te angusties, contame’’. ‘’Fue espantoso, una monstruosa criatura corría hacia mí. Ví el odio más feroz en sus ojos. No podía moverme, se abalanzó rugiendo, hubo un destello enceguecedor, entonces desperté desesperada’’
‘’A ver, creo que ese ser horrible representa tus propios miedos, estás muy estresada, necesito analizar ese destello brillante, tranquilizate, por favor.

Hablar con Paulina fue como un bálsamo. Salgo a la calle, la mañana es preciosa. El sol disuelve mis últimas contracturas. Qué delicioso aroma de pan caliente, que me abraza y me lleva a comprar unos panes pequeños y dorados.
La carnicería se ve desierta. Es raro, porque siempre tengo que sacar número. Bueno, mejor. ’’Cuánto es Carmelo’’ pregunto. La respuesta me provoca estupor.
Algo estalla en mi cabeza, tiemblo, la ira me sacude. Quiero hablar, pero no puedo. Me surge algo extraño, como un rugido. Aparto trozos de carne y yo, una señora mayor seria y recatada, trepo al mostrador.
Carmelo me mira espantado. En el paroxismo de la furia, un destello me enceguece. Ese cuchillo brilla demasiado. Mi sangre es roja, caliente.



Visiones - Marcela Ruz

Otra vez el mismo sueño. ¡Cómo quisiera dormir sin soñar una noche, una noche al menos! No sé por qué Angelus Novus, de Klee, quedó fijado en mi memoria, ni siquiera me gusta. Hay algo horrible en esa imagen que me persigue ni bien cierro los ojos.

Siempre que he soñado algo tan intenso luego ha pasado. Muchos lo consideran un don, para mí es una carga que no pedí pero que terminé aceptando. Quizás si describo lo que vengo soñando, ahora que ya desayuné…Primero, el ángel o lo que sea (me parece más un demonio que un ángel…) está de espaldas. Se da vuelta de golpe y abre las alas, queda igualito al cuadro, así de feo, así de raro. Se va alejando, va hacia atrás de la escena y llamas naranjas, enormes, que huelen a pasto quemado ocupan el primer plano. Después, un mar de sangre inunda el espacio y se mezcla con el fuego. Cuerpos informes caen desde arriba, algunos se queman, otros flotan. El silencio es atroz, hasta que aparece ella, la bailarina de la cajita de música. Escucho esa musiquita desesperante, ella se desliza en puntas de pie con su tutú ridículo, sus medias y sus zapatillas de baile. Lleva una rosa en la mano, pasa a través de todo ese horror sin quemarse, sin mojarse, y se la da al ángel. Se da vuelta, me mira y me sonríe. Esa sonrisa es lo más espantoso de todo el sueño. El ángel baja la vista, tira la rosa a las llamas y me da la espalda. Una catarata de piedras aplasta todo. Ahí me despierto sobresaltada, empapada en transpiración, sofocada, ahogada.

Esta pesadilla me preocupa mucho. Es el fin, o tal vez el principio, para el caso es lo mismo. Lo que no sé es si voy a estar para verlo, si me voy a quedar a verlo. ¿Huid a las montañas era lo que alguien aconsejó una vez? Habrá que probar.


El sueño americano - Agustina Cangiano

A veces venía gente a casa. Hombres y mujeres como nosotros y como el resto de los que vivía en el edificio, pero que no tenían niños o no los traían y por eso papá terminaba mandándome temprano a la cama. Fue una de esas noches que, despertado por las pesadillas, salí de mi habitación buscando el consuelo de papá y descubrí desde el corredor luz y voces en la sala, todavía activa.
-... no creí que llegara a pasar.
Podía distinguir algunas frases, pero no les encontraba sentido.
-…y mis hijos están asustados, quieren que vuelva antes de que sea imposible pasar por la frontera.
-No creerás que realmente va a construir el…
-No lo sé.
-En una era como la nuestra…
-Es un tropiezo en el camino al progreso, un mal necesario.
Entonces creo que hice algún ruido sin darme cuenta porque papá vino y me llevó a dormir.
Para esa época ya hacía rato que tenía la pesadilla pero no era tan frecuente como luego llegó a ser.
Soñaba que estaba en un edificio en construcción. Yo era parte de los obreros y trabajábamos bajo una lluvia delgada y molesta en la noche. A derecha e izquierda teníamos rascacielos gigantes e imponentes que parecían darnos una cierta seguridad desde arriba. Todo estaba en calma hasta entonces y yo era consciente de que algo malo pasaría, sin embargo no tenía forma de evitarlo.
Las nubes comenzaban a cargarse de electricidad hasta iluminar el cielo y, de pronto, lanzaban rayos hacia la tierra que caían en los monumentales edificios de nuestro alrededor. En ese momento las construcciones se venían abajo, desplomándose casi instantáneamente y yo despertaba con una desolación inmensa.
Durante mucho tiempo no le di importancia a esta imagen. Cuando abría los ojos, jadeante y con el corazón oprimido, iba al cuarto de papá y él siempre lograba tranquilizarme. Pero los meses pasaron y con ellos los años y la pesadilla fue avanzando en mi inconsciente hasta que se convirtió en un programa obligado cada semana.
Ya no encontraba a papá cuando despertaba porque ahora lo querían muy temprano en su trabajo. Así que un día, luego de tener ese horrible sueño una vez más y despertarme solo y sin aliento, al borde de un ataque de asma, salí del departamento vacío y me senté en la escalera del pasillo, intentando contener las lágrimas.
Después de varios minutos la angustia seguía allí, inexplicablemente. Era solo un sueño, pero el simple recuerdo de las construcciones desmoronándose llegaba a darme escalofríos. Y ese día, no sé por qué, me había pegado peor que nunca. Seguro por eso no había notado la puerta de otro departamento abriéndose y a Fátima sentándose a mi lado.
-¿Qué te pasa?
La miré, sorprendido y avergonzado al mismo tiempo. Fátima tenía diez años más que yo y era muy linda. Trabajaba y se mantenía a sí misma desde que su madre había muerto y hablaba un inglés tan fluido que si no hubiese sido por su color de piel y su eterno rosario al cuello, cualquiera la hubiera confundido con una gringa más. Pero ella era demasiado cálida para eso, por supuesto. Mantenía buenas amistades con toda la cuadra, ayudando a algunos a mejorar el idioma y a otros dándoles perfecta guía gracias a un sexto sentido que decían tenía.
En ese momento no le contesté a su pregunta. No podía: si abría la boca me iba a poner a sollozar y eso era lo último que quería que Fátima pensara de mí, que era un niño llorón. Me mantuve con la mirada fija en la pared, serio mientras sentía sus ojos clavados en mí, expectantes.
-Te diré algo, ¿por qué no entras un rato conmigo, desayunamos y me cuentas tu sueño?
Fue así que después de unos huevos estrellados estupendos con un jugo de naranja y, con el estómago satisfecho y la tranquilidad recuperada, me atreví finalmente a contarle aquello que tanto me había aterrorizado esos años.

Me observabas esperando la respuesta, ansioso. Descifrar los sueños, eso era lo que hacía yo. Pero ¿cómo explicarte el significado de esas pesadillas? Cambiar el miedo a la noche por peores miedos, realidades que siguen allí una vez despierto ¿cómo adelantarte todas las cosas malas que iban a pasar? No, en cambio, sonreí como si no fuese nada y te contesté “Significa que tienes que dejar de ver esas tontas películas sobre apocalipsis”. Detrás de ti la tele estaba encendida y daban las noticias. Sí, pronto ibas a dejar de tener esa premonición. La apagué antes de que vieras el titular que pasaba de derecha a izquierda en rojo vivo “Tolerancia cero: Trump ordena separar padres inmigrantes de sus hijos”.


Sueño Carretel - Nicolás Wolf

Arriba ávido mar, abajo nada en la sombra
noche sin estrellas, ideas sin carne
fauno solemne de áciagas fauces
observa la escena, me nombra.


Abro fuerte los ojos para cerciorar que estoy despierto, para alejarme de esas imágenes que me invadieron minutos antes, en la orfandad de la noche, contra mi frágil voluntad. Me respaldo contra la cerrazón de la almohada a fin de no marearme. En vano intento descifrar el sentido de ese sueño perturbador. No es la primera vez que ocurre dentro mío y ya es motivo de vasta preocupación.
Una serie de mates en la cocina no logran paliar la angustia ya instalada. La idea de ser acechado por ese fauno de aliento dorado me paraliza. Mucho peor aun... que me haya nombrado. Como afrontar en un rato los compromisos en la oficina, lidiar con esquivos trámites y floridos papeleos. Como hacerlo con este lastre que me doblega al medio. Me mareo y recuesto sin más, la frente contra la mesada.

Sigue al acecho, perpetuo de hiel
velo todo intento esperanzado
sucumbo ante su hálito dorado
cierro los ojos, pensamiento carretel.


Soy yo nuevamente pero no me temas, acaso no me reconoces o es eso justamente lo que más te mortifica. No he venido a hacerte daño. No te he nombrado para echarte a una contienda inevitable. Sabes que cuando te nombro me estoy nombrando. No me mueve la rabia por ver lo que has hecho, sino la compasión. No vine solamente a ser verbo que recrimina. Vine para recordarte que estás a tiempo de darle sentido a tu vida en este mundo desquiciado. Un mundo tan distinto al que soñábamos cuando éramos juventud.



“El ángel de la historia” Walter Benjamin:


"Angelus Novus" (Klee)


“Hay un cuadro de Klee que se llama Angelus Novus. En ese cuadro se representa a un ángel que parece a punto de alejarse de algo a lo que mira fijamente. Los ojos se le ven desorbitados, tiene la boca abierta y además las alas desplegadas. Pues este aspecto deberá tener el ángel de la historia. Él ha vuelto el rostro hacia el pasado. Donde ante nosotros aparece una cadena de datos, él ve una única catástrofe que amontona incansablemente ruina tras ruina y se las va arrojando a los pies. Bien le gustaría detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo destrozado. Pero, soplando desde el Paraíso, una tempestad se enreda en sus alas, y es tan fuerte que el ángel no puede cerrarlas. Esta tempestad lo empuja incontenible hacia el futuro, al cual vuelve la espalda mientras el cúmulo de ruinas ante él va creciendo hasta el cielo. Lo que llamamos progreso es justamente esta tempestad”.

Génesis, 41

1.Dos años después Faraón tuvo este sueño: Estaba él a orillas del Nilo, 2.cuando vio que salían del río siete vacas hermosas y muy gordas, que se pusieron a pastar entre los juncos. 3.Detrás de ellas salieron otras siete vacas feas y flacas que se pusieron al lado de las primeras a la orilla del río. 4.Pero las siete vacas feas y flacas se comieron a las siete vacas gordas y hermosas. Entonces Faraón se despertó. 5.Se quedó de nuevo dormido, y tuvo otro sueño: Vio siete espigas granadas y buenas que salían de un mismo tallo. 6.Después de éstas brotaron otras siete espigas pequeñas y quemadas por el viento, 7.y estas espigas pequeñas y quemadas por el viento se tragaron a las siete granadas y repletas. Se despertó Faraón, y se dio cuenta que era un sueño. 8.Aquella mañana Faraón se levantó muy preocupado, y mandó llamar a todos los adivinos y sabios de Egipto. Les contó sus sueños, pero ninguno fue capaz de interpretarlos. 9.Entonces el jefe de los que preparan las bebidas pidió la palabra y dijo a Faraón: «Me estoy acordando de una falta mía. 10.Faraón se había enojado contra sus siervos, y me dejó detenido en la casa del capitán de la guardia, junto con el panadero del palacio. 11.El y yo tuvimos sendos sueños en la misma noche, y que requerían una interpretación. 12.Con nosotros estaba un joven hebreo, un servidor del capitán de la guardia. Le contamos nuestros sueños y él los interpretó, a cada uno le dio la interpretación. 13.Y todo sucedió tal como él lo había dicho: yo fui repuesto en mi cargo y el jefe de los panaderos ahorcado.» 14.Faraón entonces mandó traer a José. Fue sacado rápidamente de la cárcel, lo afeitaron y cambiaron de ropa, y lo presentaron a Faraón. 15.Dijo Faraón a José: «He tenido un sueño, y nadie ha sido capaz de explicarlo, pero he oído decir que a ti te basta con que te cuenten un sueño para que tú lo interpretes.» 16.José respondió: «No soy yo, sino Dios quien te dará una respuesta favorable.» 17.Y Faraón contó su sueño a José: «Estaba yo parado a la orilla del río, 18.cuando de pronto subieron del río siete vacas hermosas y muy gordas que se pusieron a pastar entre los juncos. 19.Pero detrás de ellas subieron otras siete vacas tan flacas y feas como no había visto nunca en todo Egipto. 20.Y las siete vacas flacas y feas se comieron a las siete vacas gordas. 21.Pero una vez que las tuvieron en su vientre, no se notaba en absoluto, pues seguían tan flacas y feas como antes. Entonces me desperté. 22.Vi tambien en mi sueño siete espigas llenas y granadas que salían de un solo tallo. 23.Pero brotaron detrás de ellas siete espigas pequeñas, vacías y quemadas por el viento. 24.Las espigas vacías se tragaron a las espigas hermosas. Se lo he contado a los adivinos, pero ninguno de ellos me lo ha podido explicar.» 25.José dijo a Faraón: «El sueño de Faraón es uno solo: Dios ha anunciado a Faraón lo que El va a hacer. 26.Las siete vacas hermosas, al igual que las siete espigas granadas, son siete años de abundancia. 27.Las siete vacas feas y raquíticas que salieron detrás, al igual que las siete espigas vacías y quemadas por el viento del este, son siete años de hambre. 28.Como dije a Faraón, Dios le está manifestando lo que está para suceder. 29.Vendrán siete años de gran abundancia en todo Egipto, 30.pero en seguida vendrán siete años de escasez que harán olvidar toda la abundancia anterior, y el país quedará extenuado por el hambre. 31.Tan terrible será la escasez que sobrevendrá, que ya nadie volverá a recordar los tiempos de abundancia. 32.Si el sueño se te presentó dos veces, esto quiere decir que Dios está muy decidido a realizar estas cosas y que pronto las realizará. 33.Ahora, pues, aconsejo a Faraón que busque un hombre inteligente y sabio para ponerlo al frente de Egipto. 34.Que Faraón nombre, además, intendentes en todo el país, para que recauden la quinta parte de la cosecha durante estos siete años de abundancia. 35.Recogerán todos los víveres de estos siete años de abundancia, y almacenarán el grano en las ciudades, donde los guardarán bajo la autoridad de Faraón. 36.De esta manera habrá reservas en el país para los siete años de escasez que van a afectar Egipto, y el pueblo no morirá de hambre.» 37.La propuesta de José agradó a Faraón y a sus servidores, y dijo Faraón a sus oficiales: 38.«¿Se podrá encontrar otro hombre como éste, que tenga el espíritu de Dios?» 39.Y dijo a José: «Puesto que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay hombre más inteligente ni sabio que tú. 40.Tú estarás al frente de toda mi casa, y todo mi pueblo obedecerá tus órdenes. Solamente yo estaré por encima de ti.» 41.Faraón dijo a José: «Mira, te he puesto al frente de todo el país de Egipto.» 42.Y quitándose el anillo de su dedo, lo puso en el dedo de José; lo hizo vestir con ropas de lino fino y le puso un collar de oro en el cuello. 43.Luego lo hizo subir a la segunda carroza del palacio e iban gritando delante de él: «¡Abran camino!» Así quedó José al frente de todo el país de Egipto. 44.Dijo Faraón a José: «¡Yo soy Faraón! Sin tu consentimiento, nadie moverá mano o pie en Egipto.» 45.Faraón llamó a José Safnat-Paneaj y le dio por esposa a Asenat, hija de Poti Fera, sacerdote del dios On. Después de esto José salió a recorrer todo el país de Egipto. 46.José tenía treinta años cuando se presentó ante Faraón, rey de Egipto. Se retiró de su presencia y empezó a recorrer todo el país de Egipto. 47.Durante los siete años de abundancia hubo grandes cosechas. 48.José juntó todos los víveres producidos en estos años de abundancia e hizo reservas en las ciudades; en cada ciudad almacenó los productos del campo de sus alrededores. 49.Y así José juntó una cantidad de trigo tan enorme como la arena del mar, hasta tal punto que perdieron la cuenta, pues sobrepasaba todo cálculo. 50.Antes de que llegaran los años de hambre, José tuvo dos hijos de su esposa Asenat, hija de Poti Fera, sacerdote del dios On. 51.Al primero lo llamó Manasés, (que significa: «He olvidado»), pues se dijo: «Dios me ha hecho olvidar mi pena y a la familia de mi padre.» 52.Al segundo lo llamó Efraím, (que significa: «He fructificado»), pues se dijo: «Dios me ha hecho fecundo en el país de mi aflicción.» 53.Pasados los siete años de abundancia en Egipto, 54.llegaron los siete años de escasez, tal como José había anunciado. Hubo hambre en todos los países, pero en todo Egipto había pan. 55.Cuando en Egipto se sintió el hambre, el pueblo pidió pan a gritos, y Faraón decía a todos los egipcios: «Vayan a José y hagan lo que él les diga.» 56.Había escasez por todo el pais, pero José abrió los almacenes y vendió trigo a los egipcios. Una gran hambruna asolaba todo el mundo. 57.Como el hambre se hacía sentir más y más en todos los paises, de todas partes venían a Egipto a comprar trigo a José."

El evangelio según Jesucristo (fragmento)José Saramago

Como siempre desde que el mundo es mundo, por cada uno que nace hay otro que agoniza. El de ahora, hablamos del que está por morir, es el rey Herodes, que sufre, aparte de lo más y peor que se dirá, de una horrible comezón que lo lleva a las puertas de la locura, como si las mandíbulas menudísimas y feroces de cien mil hormigas le estuviesen royendo el cuerpo, infatigables. Tras haber experimentado, sin ninguna mejora, cuantos bálsamos se usaron hasta hoy en todo el orbe conocido, sin exclusión de Egipto y la India, los médicos reales, perdida ya la cabeza o, para ser más exacto, con miedo a perderla, se lanzaron a componer baños y pócimas al azar, mezclando en agua o en aceite cualquier hierba o polvo del que alguna vez se hubiera hablado bien, incluso siendo contrarias a las indicaciones de la farmacopea. El rey, poseso de dolor y furia, echando espumarajos por la boca como si le hubiera mordido un can rabioso, amenaza con crucificarlos a todos si no descubren rápidamente remedio eficaz para sus males, que, como quedó anticipado, no se limitan al ardor insufrible de la piel y a las convulsiones que frecuentemente lo derriban y acaban con él en el suelo, convertido en un ovillo retorcido, agónico, con los ojos saliéndole de las órbitas, las manos rasgando sus vestiduras, bajo las cuales las hormigas, multiplicándose, prosiguen el devastador trabajo. Lo peor, lo peor verdaderamente, es la gangrena que se ha manifestado en los últimos días y ese horror sin explicación ni nombre del que se habla en secreto por palacio, es decir, los gusanos que infestan los órganos genitales de la real persona y que, ésos sí, le están devorando la vida. Los gritos de Herodes atruenan los salones y las galerías de palacio, los eunucos que le sirven directamente no duermen ni descansan, los esclavos de nivel inferior procuran no encontrarlo en su camino. Arrastrando un cuerpo que apesta a putrefacción, pese a los perfumes en que lleva empapadas las ropas y ungida su teñida cabellera, a Herodes sólo lo mantiene vivo la furia. Transportado en una litera, rodeado de médicos y de guardias armados, recorre el palacio de un extremo a otro en busca de traidores, que desde hace mucho los ve o adivina en todas partes, y su dedo de súbito apunta, puede ser que a un jefe de eunucos que estaba conquistando demasiada influencia, o a un fariseo recalcitrante que anda protestando contra los que desobedecen la ley debiendo ser los primeros en respetarla, en este caso ni es preciso pronunciar el nombre para saber de quién se trata, o pueden ser incluso sus propios hijos Alejandro y Aristóbulo, presos y condenados en seguida a muerte por un tribunal de nobles reunido aprisa y corriendo para esa sentencia y no otra, qué otra cosa podría hacer este pobre rey si en alucinados sueños veía a aquellos malos hijos avanzando hacia él con las espadas desnudas y si, en la más abominable de las pesadillas, veía, como en un espejo, su propia cabeza cortada. De aquel fin terrible consiguió librarse y ahora puede contemplar tranquilamente los cadáveres de aquellos que un minuto antes eran aún herederos de un trono, sus propios hijos, culpables de conspiración, abuso y arrogancia, muertos por estrangulamiento.
Mas, he aquí que tiene ahora otra pesadilla que viene de las sombras más profundas del cerebro y lo arranca, a gritos, de los breves e inquietos sueños en que de puro agotamiento cae, cuando su perturbado espíritu hace aparecer ante él al profeta Miqueas, el que vivió en tiempos de Isaías, testigo de aquellas terribles guerras que los asirios trajeron a Samaria y Judea, y viene clamando contra los ricos y poderosos, como a un profeta corresponde y el caso conviene. Cubierto por el polvo de las batallas, con la túnica chorreando sangre, Miqueas entra en el sueño de repente, en medio de un estruendo que no puede ser de este mundo, como si empujase con manos relampagueantes unas enormes puertas de bronce, y anuncia con estentórea voz, El Señor va a salir de su morada, va a descender y pisar las alturas de la tierra, y luego amenaza, Ay de quienes planean la iniquidad, de quienes maquinan el mal en sus lechos y lo ejecutan luego al amanecer del día, porque tienen el poder en su mano, y denuncia, Ansían las tierras y se apoderan de ellas, ansían las casas y las roban, hacen violencia contra los hombres y sus familias, contra los dueños y su herencia. Después, todas las noches, tras haber dicho esto, como respondiendo a una señal que sólo él pudiese oír, Miqueas desaparece disuelto en humo. Con todo, lo que hace despertar a Herodes en ansias y sudores no es tanto el espanto ante los proféticos gritos como la impresión angustiosa de que su visitante nocturno se retira en el preciso momento en que, pareciendo que iba a decir algo más, alza el gesto, abre la boca pero calla lo que iba a decir como si lo guardase para la próxima vez. Ahora bien, todo el mundo sabe que este rey Herodes no es hombre a quien asusten las amenazas, cuando ni remordimientos guarda de tantas y tantas muertes como carga en su memoria. Recordemos que mandó ahogar al hermano de la mujer a quien más amó en su vida, Mariame, que hizo estrangular al abuelo de ella y por fin, a Mariame misma, tras haberla acusado de adulterio. Verdad es que cayó luego en una especie de delirio en el que clamaba por Mariame como si la mujer estuviese aún viva, pero se curó de aquella insania a tiempo de descubrir que la suegra, alma de otros manejos anteriores, tramaba una conspiración para derribarlo del poder. En un decir amén, la peligrosa intrigante fue a unirse en el panteón familiar con aquellos a quienes Herodes en mala hora se había vinculado. Le quedaron entonces al rey, como herederos del trono, tres hijos, Alejandro y Aristóbulo, de cuyo desgraciado fin ya tenemos noticia, y Antipatro, que no tardará en seguir por el mismo camino. Y ya ahora, pues no todo en la vida son tragedias y horrores, recordemos que, para refocilo y consuelo de su cuerpo, llegó a tener Herodes diez esposas magníficas en dotes físicas, aunque, la verdad, a estas alturas de poco le sirven, y él a ellas nada. Pues viene ahora el airado fantasma de un profeta a entenebrecer las noches del poderoso rey de Judea y Sumaria, de Perea e Idumea, de Galilea y Gaulanítide, de Traconítida, Auranítida y Batanea, el magnífico monarca que de todo eso es señor y todo aquello hizo, y no importaría esta aparición si no fuese por la indefinible amenaza con que el sueño se suspende una y otra vez, aquel instante en que habiendo prometido no da, y que, por no haber dado, mantiene intacta la promesa de una nueva amenaza, cuál, cómo, cuándo.
Entre tanto, allá en Belén, casi diríamos pared con pared con el palacio de Herodes, José y su familia siguen viviendo en una cueva, pues siendo tan breve la estancia prevista, no valía la pena ponerse a buscar casa, teniendo en cuenta que el problema de la vivienda ya daba entonces dolores de cabeza, con la agravante de no haberse inventado aún las viviendas protegidas y los realquilados……………………………………………


Comentarios