Bloque 1/16 Consigna 5: Construir una narración en primera persona en forma de memoria que trabaje con por lo menos una de las siguientes categorías temporales, primordial o absoluta. Lo cotidiano debe aparecer en forma de rutina que constituye identidad. Lo fantástico debe ser fractura.
Material de referencia:
El Cautivo. J. L. Borges
El Cautivo. J. L. Borges
El evangelio según Marcos. J. L. Borges
Producción Consigna 5
Fue sucediendo así. (Cristina Delea - 6.2016)
Fue sucediendo así, como sin
proponerlo, sin querer. Así. Rápido no sé o si lento tampoco lo sé. Creo
haberlo olvidado.
Aconteció entonces en ese tan
lejano día a día, se moldeó esto que soy yo, o más bien dejé de ser, alguien
diría.
En esa época, en aquellos
despertares, iba por algún lugar, cada uno de esos días se repetía esa
celebración exultante, luminosa. Sin cesar, mi vuelta giraba circular por aquí,
por allá, yendo, volviendo, aconteció que no supe si eran sueños o tal vez
despierta, sucedió así repentinamente en una biblioteca hermosamente
deslumbrante, con aquellos pisos solidos cálidos, con maderas antiguas que resistían
mis miradas cuestionadoras, interrogando todo libro allí guardado bajo luces
brillantes, potentes, concentrando todo mi ser en un especie de éxtasis por el
conocimiento descubierto. En ese entonces, todos los días, permanecí allí,
absorbiendo más y más, como un ritual del que no podía huir.
De tal manera crecía mi fervor,
dentro de lecturas, del saber que aconteció algo que se apoderaba más de mí,
tanto que hubo un punto en que yo no sabía ya quién era yo, atónita veía cómo
iba siendo devorado mi ser. A pesar de mí, el lugar se había tornado oscuro,
pegajoso, envuelto en un silencio absoluto, como un túnel negrizo absoluto
parecido a un sueño.
Y fue así de repente en un
instante devastador, único, recién allí supe que nunca, ese nunca eterno e inaudito
yo perduraría sin lugar, sin nadie, sin ni siquiera algo de mí, solo el
conocimiento inmenso, inasible, sin límites y por sobre todas las cosas,
secreto
AGUJEROS
NEGROS. ( HAYDÉE ORTONE - 9.2016)
Si
volviera a nacer haría lo mismo, tal vez tomaría otras precauciones o por lo
menos comunicaría a alguien mis proyectos, pero no más. Mi error consistió en
creerme omnipotente y lo único cierto es que lo estoy pagando caro, muy caro.
¿Cuánto tiempo habrá pasado desde que comenzó este calvario? …. Bueno …. Lo que
se dice comenzar, eso lo tengo claro: fue a partir del instante en que se me
ocurrió estudiar in situ la supervivencia de algunas etnias en esta parte
inexplorada del Amazonas impenetrable. Siempre creí que un antropólogo de
escritorio no sirve para nada, pero no debí desechar los adelantos tecnológicos;
por lo menos tendría que haber contado con un buen equipo de radio, qué se yo,
haber organizado una expedición y no cortarme solo como lo hice. Eso sí, las cosas
no salieron como las planeé, pero, si hubiera sido al revés ahora el rédito
sería sólo mío… después de todo, lo que me pasó fue por mala suerte, justo tuve
que meter el pie en ese agujero. Durante los primeros quince días todo salió
según lo previsto, incluso mejor, el
clima ayudó, las lluvias no fueron tan copiosas, las temperaturas tan extremas,
los animales y las plagas no me importunaron demasiado, descubrí que estaba tras
las huellas de los aborígenes porque
eran muchos los indicios que estos dejaban a su paso, además el equipaje no
pesaba mucho, bueno, en realidad tampoco llevaba mucho: un morral con varios
cuadernos, unas cuantas lapiceras, una brújula, una túnica de repuesto, bah,
túnica, taparrabo de tela de algodón blanco similar a los que usan los nativos,
un cuchillo y un cuenco vacío. Todo lo demás tendría que conseguirlo por mi
mismo .
En
ese día nefasto, las sombras del ocaso se fueron esparciendo por la selva; estaba
exhausto, entonces pensé que ya era tiempo de buscar un lugar para pasar la
noche. Era una zona de bosque en galería; una espesa vegetación cubría el suelo
y entre los helechos y las raíces, abierta como la boca de un monstruo estaba
la entrada de una profunda caverna. No la vi. Caí de cabeza, el golpe fue
fuerte, creo que perdí el conocimiento no sé por cuanto tiempo. Cuando me
recuperé un poco me encontré en medio de la oscuridad mas profunda y sólo,
cuando mis ojos se fueron acostumbrando descubrí que estaba en un foso enorme
cuyas paredes de piedra hacían impracticable cualquier intento de escalamiento.
Una vertiente que parecía provenir de las entrañas de la tierra formaba un
pequeño lago en el centro.
Durante
los primeros días me dediqué infructuosamente a buscar una salida, luego comencé
a desesperarme, gritaba y gritaba pidiendo ayuda hasta que quedé totalmente
afónico y por último me resigné, entonces con una piedra empecé a marcar las
paredes para señalar el paso de los días, mas fue una tarea irrelevante porque
en medio de las tinieblas jamás logré distinguir las marcas. Casi sin darme
cuenta perdí la noción del tiempo transcurrido. A veces pienso que quizás ya no
existe el tiempo, …¿será esto el infierno?...A lo mejor no salí con vida … tal vez soy sólo un átomo en medio
del universo..una onda gravitacional producida por el choque de dos agujeros
negros ,en el espacio profundo…
A
veces no sé si es de día o de noche. Hay épocas en que la vegetación que cubre
la boca del pozo es tan tupida que no permite pasar ni el más leve reflejo de
sol. Cada tanto un disco plateado cubre la entrada, al principio no supe qué
podía ser, después descubrí que eso sucedía sólo las noches de plenilunio. Es
un espectáculo hermoso, lástima que haya que esperar un mes para que se repita
y eso si tengo la suerte de que no esté nublado como suele suceder. Hubo un
tiempo en que la vertiente aumento mucho su caudal, supongo que tendrá que ver
con la época de lluvias.
No sé cuanto más podré subsistir
aquí abajo; los alimentos son escasos: algunas raíces, un poco de helechos,
unos hongos que por suerte no son venenosos, cada tanto logro atrapar a una especie de nutrias de los
pantanos y hace un tiempo, Dios me hizo un regalo: un fuerte ruido me sobresaltó y un cabrito al
que le pasó lo mismo que a mí cayó al pozo y quedó chapoteando en la vertiente.
Está asustado, tan asustado como yo. Aún no sé cuando me decidiré a matarlo.
Por ahora lo dejo que retoce, ya no me siento tan solo.
La
cabeza me sigue doliendo, es evidente que el golpe ha sido muy fuerte. Duermo mucho
y sueño mucho más de lo que duermo; sin ir más lejos acabo de soñar que estoy
solo en una habitación muy blanca y luminosa, que de pronto se abre la puerta y
entra una mujer con una jeringa en la mano. Yo intento huir hacia el fondo pero
ella me toma suavemente del brazo y con un tono entre cariñoso y de
reproche me dice:
-Pero, profesor… ¿otra vez volvimos a las
andadas?... Sáquese esa sábana que se anudó en la cintura; se le va a enredar
entre las piernas. Se va a caer y se va a abrir la cabeza otra vez.
ALMA EN PENA (Marcela Ruz - 6.2016)
Parece que estoy muerto
nomás. Al principio no me di cuenta. Después me avivé que ni la Yoli ni el
Joaquín me veían, que no me escuchaban, pero como nunca me habían dado mucha
bola de vivo... Me acordé de lo que decía el cartelito que había puesto el
Joaquín en la pieza: Morir es como dormir, pero sin levantarse para hacer pis. Lo
del pis es cierto, pero dormido no estoy. Yo veo, escucho, voy y vengo. Lo que
no vi nunca nunca fue la dichosa luz blanca esa que dicen; de haberla visto me
mandaba de una. Pero no, nada de luces ni de padres, abuelos ni nadie esperando
del otro lado. Supongo que será por la vida que llevé, fui ladrón y también asesino, fiel devoto de San La
Muerte.
La Yoli no tuvo mejor
idea que vender la casa. Me senté lo más tranquilo arriba de uno de los
canastos de la mudanza, pero cuando los peones que lo cargaban pasaron la
puerta, salí revoleado derechito para la cocina. Intenté varias veces más, me
metí adentro del aparador, adentro del ropero. Tomé impulso y corrí lo más
rápido que pude para atravesar la puerta, si estaba abierta de par en par. Inútil.
Ya ahí me resigné, estoy atado a esta casa y ni siquiera sé por qué.
Al otro día aparecieron
ellos. Padre, madre, tres pibes. Hay uno, el Hernán, que me ve. Cuando se
despierta a la noche y me descubre ahí, al pie de su cama, grita como loco y
llama a su mamá. La mina está podrida de ir sin dormir al laburo, así que lo
mandaron al psicólogo al pobre crío ¿Qué le va a solucionar el salame ese?
Nada.
Cuando el Hernán se va
a la escuela, aprovecho para poner sus juguetes en un cierto orden, es lo único
que puedo mover en toda la casa. Él se da cuenta y sabe que lo estoy esperando.
Jugamos a las cartas, armamos rompecabezas. Le hablo, pero no me escucha. Estoy
tan, pero tan solo…Si no fuera por esa pequeña rutina de acomodar juguetes, de
la escoba de quince o la casita robada en las tardes, de buscar la piecita esa
que falta para la oreja del Power Ranger, no sé qué habría sido de mí. Ahora
pienso que podría haber jugado más con el Joaquín…
Un día apareció el cura.
Están hartos de aguantarme, de que el pibe los despierte todas las noches. Mientras
el tipo dice no sé qué oraciones, siento que algo me chupa, me absorbe. De
repente, estoy en un cuerpo que aún no es un
cuerpo, que flota en un líquido
transparente, amarillento.
Ahí estoy un tiempo, el
cuerpo crece, yo me aburro. ¿Otra vez? ¿Empezar de nuevo otra vez? Me esperanzo
un poco, me acuerdo de todo, así que no será
de cero. Puedo evitar las idioteces, las maldades, ahora que algo sé y algunas
otras cosas me imagino.
Llega el momento, tengo
que salir. Ahí voy. Pero las manos que me reciben…No, no puede ser…Es mi viejo otra
vez, es mi papá. No importa, yo me acuerdo, pero no, Dios, no, todo se me está borrando…
-¡Ya está, Mecha, es un varón!¡No esperó ni a la
partera, este va a ser bravo!
Comentarios
Publicar un comentario