Consigna 1: Construir una narración, en lo posible dialógica, que esté situada en una escuela primaria o secundaria de la capital que tenga un alto prestigio social. El o la narradora se va a mantener en tercera persona presentando una especie de crónica. En la narración se va a elegir uno de aquellos elementos que todavía la escuela mantiene como absoluto y lo va a desacralizar, desde distintas miradas. La escuela debe presentar algún tipo de reacción.
Material de referencia:
"Un águila guerrera" en "Noticias secretas de América"-Eduardo Belgrano Rawson
Producción de los participantes:
Wilson Master College -Haydée Ortone
Esperanza -Marcela Ruz
Con
respecto a la actividad que se estaba desarrollando dentro del vestuario cuando
el rector abrió la puerta hay dos versiones: una dice que dos alumnos estaban
dando una clase práctica de anatomía y la otra que en realidad estaban
estudiando el capítulo 8 del Génesis donde se habla de la ciudad de Sodoma.
"Un águila guerrera" en "Noticias secretas de América"-Eduardo Belgrano Rawson
Producción de los participantes:
Wilson Master College -Haydée Ortone
Esperanza -Marcela Ruz
WILSON MASTER COLLEGE.- Haydée Ortone
Todo ocurrió el martes pasado,
justo cuando el colegio cumplió 100 años. Bueno…tal vez comenzó mucho antes,
cuando un grupo de profesores encabezados por Alex Wilson, bisabuelo del actual
rector, compró una vieja casona en Belgrano R y decidió conformar una comunidad
educativa que desde sus inicios, tuvo como ideario brindar una educación
cimentada en valores morales los cuales más allá del aspecto netamente
académico, definieran a los alumnos como “personas” al brindarles una formación
integral y abarcativa y donde el docente se transformaría en la guía, el
andamio, el referente, para lograr dichos objetivos.
Durante los dos últimos meses
las distintas secciones del colegio trabajaron en forma mancomunada para
preparar el festejo. Nada quedó librado al azar: las nuevas banderas argentina e inglesa que flamearían junto a
las utilizadas el día de la inauguración, el telón de terciopelo para el salón
de actos, la participación de los alumnos en los festejos, el lunch, la lista
de invitados que fue revisada una y mil veces, no fuera cosa que alguien
importante quedara afuera, las invitaciones enviadas en tiempo y forma.
Días antes los principales
visitantes confirmaron su presencia: el embajador del Reino Unido en Bs. As.,
el director general de Enseñanza Privada, el comisario de la zona, el
presidente de la Comuna, la cúpula de la Iglesia anglicana y los familiares de
los fundadores, entre otros.
El martes amaneció hermoso, la
temperatura agradable, y el pronóstico excelente. Todo hacía presagiar una gran
fiesta. Mucho antes de la hora, y a pesar de la flema británica, un ritmo
febril se apoderó de los responsables. El rector, Dr. Alexander Wilson en
persona se encargó de supervisar todo concienzudamente y satisfecho por los
resultados se dispuso a esperar a las autoridades. El primero en llegar como
corresponde teniendo en cuenta la puntualidad británica fue el Sr. Embajador,
el cual no escatimó alabanzas y felicitaciones hasta que en un determinado
momento le manifestó al rector que como aún era temprano para el comienzo del
acto tenía deseos de recorrer el colegio. Entonces ambos visitaron la
dirección, la sala de profesores, el comedor, el gimnasio, la sección
secundaria y luego se encaminaron hacia los vestuarios. Exultante por los elogios del embajador, el rector abrió la
puerta y dándose vuelta expresó: -Ambassador pass you- pero el funcionario le contestó -please you
first- , Wilson entonces avanzó un paso hacia el interior y en ese instante
cayó como fulminado por un rayo.
Después se supo que el pobre
hombre murió por un infarto masivo.
Esperanza -Marcela Ruz
Mariel entra a la sala de preceptores a las siete y media, como lo hace cada día desde
hace casi cuarenta años. Empezó tan chica…Si era de la misma edad que las de quinto,
iba a ser sólo por un tiempito y acá sigue, ya como jefa esperando los sesenta y la
jubilación. ¡Todo cambió tanto! De las amonestaciones al código de convivencia. Del
delantal por debajo de la rodilla a no usar corpiño. De no poder permanecer en el
colegio si se repetía el año a tener alumnos que no terminan nunca de graduarse a pesar
de todas las facilidades que tienen. De que ningún varón pudiera pasar a buscar a su
novia en la puerta de la escuela, distancia mínima tres cuadras, a que anden a los
apretones adentro del establecimiento chicos con chicas, chicas con chicas, chicos con
chicos. De las planillas en la Underwood con carbónico al Excel. Ni siquiera el edificio
es el mismo, lo remodelaron hace unos años. No la querían entonces, no la quieren
ahora. Eso no cambió.
Cruza el patio a paso rápido y va para Rectoría.
—Buenos días Amalia.
—Buenos días Mariel ¿cómo estás? ¿Sabés con qué me salieron ayer los del Centro de
Estudiantes? Quieren cantar el himno con lenguaje inclusivo. Y que el preámbulo
también se adapte.
—No sabía, mirá vos -mintió Mariel. —¿Y qué vas a hacer?
—Por ahora, les dije que presenten por escrito cómo quedarían los textos…Hasta que se
pongan de acuerdo, hagan las Asambleas y vuelvan locos a un par de profesores va a
pasar un tiempo. Después veré, lo elevaré, ¿qué puedo hacer? Si les digo que no
directamente, son capaces de tomar el colegio.
Mientras vuelve a la sala de preceptores, sabe que se van a salir con este último
capricho, Amalia no tiene ganas de tener problemas con los alumnos, ya le doblaron el
brazo tantas veces que se entregó. Una lástima, era un excelente colegio y de a poco se
fue transformando en esto que es ahora. No es sólo culpa de Amalia, claro que no. Por
la ventana que da al patio le llegan las voces cocoritas del grupo que se considera a sí
mismo como el más “progre” de la escuela y, ¿por qué no? del Universo. Futuros
diputados o algo peor, seguro.
—Mirá boluda, habría que cambiar nada más que “los libres” por “les libres” y ya está.
—¿Y “supimos conseguir” por “supimes conseguir”?
—Me parece que eso no va, lo de “supimes”, ¿viste? Con el preámbulo habría que sacar
lo de la protección de Dios, que la escuela tiene que ser laica chiques.
—También “nosotros por “nosotres” y “todos los hombres del mundo” por “todas las
personas del mundo”.
—Paso por las aulas a ver qué les parece y la semana que viene hacemos Asamblea y
votamos.
—Dale, sí. ¡Abajo el patriarcado!
Mariel mira cómo el grupo se va exultante, dándose palmadas y empujones. Vuelve a
sus planillas hasta que escucha gritos que vienen del aula de primero, que tenían hora
libre. Resopla, espera que cesen. Pero no, la gresca va en aumento, así que muy a su
pesar decide ir a ver qué pasa, si manda a la única preceptora que vino hoy a trabajar
sabe que va a volver con cara de no sé qué hacer y va a tener que ir igual.
—¡Siempre con las mismas pavadas! ¿No se enteraron que se está quemando el
Amazonas? ¿Qué hay masacres en África todos los días?
—Pero chiques, esto es reimportante…
—Tómenselas, que estamos haciendo una petición para comprar una impresora 3D para
hacer prótesis.
—Y vamos a pedirles a los profes de Física y de Química que nos ayuden a hacer un
proyecto para hacer baterías de litio, a ver si en lugar de exportarlo como materia prima
se pueden fabricar acá.
—¿Cuándo son las elecciones para el Centro de Estudiantes? Manga de salames, sí,
salames con “e”, bien inclusivo.
Cuando entró al aula se callaron todos. Los del Centro de Estudiantes se fueron,
descolocados. Mariel también se fue, dudando si darle a Amalia la buena noticia de que
la nueva camada traía alguna esperanza.
Comentarios
Publicar un comentario