Bloque 2/18 Consigna 10: Procurar utilizar la técnica de inversión en una narración política que tenga que ver con los sueños del exilio, con el significado que interpreta el narrador de esos sueños y con otro significado que no descubre y que tiene que ver con lo real.

Material de referencia:
El libro de los abrazos (fragmento) - Galeano.
La noche boca arriba - Cortázar. (Ver en página de Cortázar)

Producción de los participantes:
La película de una vida - Julia Zelarayan


El libro de los abrazos (fragmento) - Galeano.

Crónica de la ciudad de Buenos Aires

A mediados de 1984 viajé al Río de La Plata.
Hacía once años que faltaba de Montevideo; hacía ocho años que faltaba de Buenos Aires. De Montevideo me había marchado porque no me gusta estar preso; de Buenos Aires, porque no me gusta estar muerto.
Pero ya en 1.984 la dictadura militar argentina se había ido, dejando a su paso un imborrable rastro de sangre y mugre, y la dictadura militar uruguaya se estaba yendo.
Yo acababa de llegar a Buenos Aires. No había avisado a los amigos. Quería que los encuentros ocurrieran sin hacerlos.
Un periodista de la televisión holandesa, que me había acompañado en el viaje, me estaba entrevistando frente a la puerta de la que había sido mi casa. El periodista me preguntó qué se había hecho de un cuadro que yo tenía en mi casa, la pintura de un puerto para llegar y no para marcharse, un puerto para decir hola y no adiós, y yo empecé a contestarle con la mirada clavada en el ojo rojo de la cámara.
Le dije que no sabía adónde había ido a parar ese cuadro, ni adónde había ido a parar su autor, el negro Emilio, Emilio Casablanca; el cuadro y Emilio se me habían perdido en la niebla, como tantas gentes y cosas tragadas por aquellos años de terror y lejanía. Mientras yo hablaba, advertí que una sombra venía caminando por detrás de la cámara y se quedaba a un costado esperando. Cuando terminé, y el ojo rojo de la cámara se apagó, moví la cabeza y lo vi. En aquella ciudad de trece millones de habitantes, el negro Emilio había llegado hasta esa esquina, por pura casualidad o como se llame eso, y estaba en aquel preciso lugar en el instante preciso. Nos abrazamos bailando, y después de mucho abrazo Emilio me contó que hacía dos semanas que venía soñando que volvía, noche tras noche, y que no lo podía creer. Y no lo creyó. Esa noche me llamó por teléfono al hotel y me preguntó si yo no era sueño o borrachera.

La querencia /1

En Buenos Aires busqué el café que era mi café, y no lo encontré. Busqué el restorán donde yo comía caracú en inmensas fuentes a cualquier hora del día o de la noche, y tampoco estaba. Donde había estado mi cantina preferida, el Bachín, había un montón de escombros. Habían arrasado el Bachín, y con el Bachín habían matado el mercado donde yo siempre iba a comprar frutas y flores o por la pura fiesta de la nariz y los ojos. Alguien me dijo que el Bachín se había mudado, y que ahora tenía otro lugar y otro nombre. Una noche fui. Me detuve ante la puerta de ese nuevo Bachín que ya no se llamaba así, dudando, que sí, que no, preguntándome si entrar no sería traición, cuando una súbita explosión ocurrió en el momento exacto que abrí la puerta: saltaron los fusibles de la electricidad y todo quedó completamente a oscuras. Yo me di vuelta y me alejé caminando despacito.
Y así anduve un tiempo, doliendo olvidos, buscando lugares y personas que no encontré, o no supe encontrar; y finalmente crucé el río, el río-mar, y entré en el Uruguay. Los generales uruguayos tenían todo el poder, ya casi yéndose, ya casi en los adioses de los tiempos del terror; yo entré cruzando los dedos. Y tuve suerte. Y caminando las calles de la ciudad donde nací, la fui reconociendo, y sentí que volvía sin haberme ido; Montevideo, que duerme su eterna siesta sobre las suaves colinas de la costa, indiferente al viento que la golpea y la llama: Montevideo, aburrida y entrañable, que en el verano huele a pan y en invierno a humo. Y supe que yo andaba queriendo querencia, y que había llegado la hora del fin del exilio. Después de mucha mar, nada el salmón en busca de su río, y lo encuentra y lo remonta, guiado por el olor de las aguas, hasta el arroyo de su origen. Entonces, cuando volvía a Callela para decirle adiós, adiós a España, adiós y gracias, tuve un infarto.

Los sueños del fin del exilio /1

Helena soñó que quería cerrar la valija y no podía, y hacía fuerza con las manos, y apoyaba las rodillas sobre la valija, y se sentaba encima, y se paraba encima, y no había caso. La valija, que no se dejaba cerrar, chorreaba cosas y misterios.

Los sueños del fin del exilio /2

Helena volvía a Buenos Aires, pero no sabía en qué idioma hablar ni con qué dinero pagar. Parada en la esquina de Pueyrredon y Las Heras esperaba que pasara el 60, que no venía, que nunca vendría.

Los sueños del fin del exilio /3

Se le habían roto los cristales de los anteojos y se le habían perdido las llaves. Ella buscaba las llaves por toda la ciudad a tientas, en cuatro patas, y cuando por fin las encontraba, las llaves le decían que no servían para abrir sus puertas.



La película de una vida - Julia Zelarayan
“-Tener siempre el pasaporte al día y con unos duros,
acá y en el mundo, tiene vigencia.”

Los trámites del aeropuerto BA, dificultados por un paro. Esa sala parecía un asentamiento de pordioseros. Y dormí soñando con los amigos de la Rambla que había dejado en España. Allí en esos “Chiringuitos” conocí a Marta (mi actual mujer). Un codazo del tipo de la fila me pone en alerta. Estaba esperando el Tienda León y yo con pocos bártulos.
Ya no recuerdo los colectivos que tomé, pero estaba en Villa Crespo, me pellizqué esto parecía un sueño. Todo me parece extraño. Tan sólo pasaron 17 años.
Dimos vueltas, hasta que Marta dijo: -Basta hombre, que mis piernas están muy hinchadas. La suerte estaba conmigo, vi una sombreada plaza. Y Allí nos tendimos en el pasto (arriba de los bultos, por si algún amigo de lo ajeno…). Ella se durmió.
Yo tenía que ubicarme, no recordaba donde había vivido. Pero el instinto me decía que estaba cerca.

Traté de ordenar mis pensamientos. Y fue como ver pasar en una película las imágenes y sentimientos: En mi pequeña familia se vivenciaba la política (padre Radical, madre Peronista, y yo con mis 27 años, tiraba para cualquier lado, pero seguirlos a ellos jamás).
Los tiempos se llenaron de aflicciones y miedos. Diría vivíamos un infierno en la familia, con los amigos, los pocos familiares, y la sociedad toda (manifestaciones por doquier, arrebatos, saqueos, agresiones; todo giraba y no lográbamos hacer pie: Vivíamos en un laberinto insoportable y agresivo).
Nunca voy a olvidar en doce días cinco presidentes (por algo dicen que somos los campeones), y dale: de la Rúa, Ramon Puerta, Adolfo R. Saa, Eduardo Caamaño, (como no había más nombres) Eduardo Duhalde.
Un infarto fulminante, mi padre no soportó viendo el helicóptero donde se iba de la Rúa- Pobre mi viejo ver que un radical “forzado renunciaba”.
Regresé del entierro, mi madre que estaba en cama por prescripción médica. Cuando le pasé mi mano por su frente, abre los ojos espantada, balbucea:
-Escuché que no conseguimos presidente. Por fin llegó necesito decirle, que me siento huérfana. Aunque no lo crea, es una idea que la tengo clavada aquí (intentando con sus temblorosos dedos tocarse la cabeza). Y usted debe irse de mi casa, ahora mismo.
También yo me quedé huérfano; porque en medio de la locura. Un ACV se la llevó.
Tanto dolor, mi corazón no aguantó, y eché mano al Consejo de mi padre (hijo de inmigrantes). Con la ayuda de un amigo cuando salí del cementerio, me llevó a Ezeiza. Yo sentía en todo mi cuerpo el mismo dolor la misma orfandad que mis viejos.
-Ni me acuerdo, que pasó con nuestro “PH”. Lo bien que me vendría acordarme de la dirección.
Marta, me despierta porque empezó la tormenta. Nos cobijamos junto al tronco de un gran árbol.

Las frías piedras nos castigan, la oscuridad formada por tierra, basuras y hojas tapan. Aprieto la mano de Marta y le digo la dirección completa de mi casa en Argentina. Recuerda ver bajo las baldosas de mi placar.
Escucho a Marta llorar, pidiendo ayuda, grita:
- Las líneas del visor de monitoreo corren planas, por favor vengan.

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