Bloque 1/17 Consigna 7:
Construir una narración en primera persona desde un traidor bíblico, unos días antes de ejecutar la traición, sus angustias, sus dudas, sus creencias, sus ambiciones, sus deseos subterráneos. al final de la narración se incorporará una tercera persona con el carácter de observador. El lugar donde se sitúa la narración debe corresponder a las imágenes en las que se introduce el traidor.

Referencias
La anunciación al traidor - Antología precoz - Marco Denevi
Tres versiones de Judas - J. L. Borges

Producción
Traición Divina - Nicolás Wolf
LA ANTESALA DEL CALVARIO - HAYDÉE ORTONE.


Traición Divina - Nicolás Wolf


La decisión fue inconmensurablemente difícil. Se resolvió en las afueras de Galilea. En un camino polvoriento le comuniqué lo que debía hacer. Lo hice después de besarlo en la frente. Antes que se largara a llorar en reprobación. Lo satisfizo el hecho de saber que una vez apresado, se desataría una fuerza divina que expulsaría a los romanos de tierra santa. Fue una mentira necesaria que me clavó hondo una mueca de dolor.
Él se dedicaba minuciosamente a la contabilidad de la empresa y era el más radical del grupo, de los judíos que queríamos modificar el espíritu de nuestro credo para llegar a los gentiles. Queríamos generar una dósis de esperanza universal que el judaísmo oficial no lograba. Para ello necesitábamos de los romanos. Ellos serían el vehículo de nuestra fé. Yo sería la víctima y él un traidor confeso.
Para que el plan fuera perfecto, como el Señor, no todos los seguidores debían estar al tanto. Sólo sabían María de Magdalá, la del pelo trenzado y Pedro el bueno. El resto de los apóstoles desconocía.
En caminatas de jornadas agotadoras multiplicába los peces, hacía ver al ciego, salvaba a las adúlteras y la gente nos seguía y me nombraba. Fanáticos y penitentes aportaban metálicos que él manejaba como nadie.
En la última cena lavó mis pies con ahínco. Mojó su pan en mi comida. Y en todo momento supo que era el mesías salvador. Cuando le recordé que debía delatarme, cuando me delató, cuando me besó con un beso que no hacía falta, cuando recibió las treinta monedas de rigor.
María de Magdalá quizo distraerlo pero le fue imposible evitar que me viera colgado de la cruz inerte y fue recién ahí que se dio cuenta que su nombre iba a quedar marcado para siempre. Ambos quedamos colgados de la madera, yo cabeza arriba, él hacia abajo. Yo cumplí con el mandato del Señor, él cumplió el mío.

Yo ya soy Dios de todos los hombres y todo lo observo. Ha pasado mucha agua por el río de la humanidad. A pesar de haberlo salvado y glorificarlo en el cielo no me ha perdonado, aun. Siempre le dije que la fé no es para impacientes. Pronto su nombre será lavado y honrado por todos, falta poco para ello.


LA ANTESALA DEL CALVARIO - HAYDÉE ORTONE.


Cuando Caifás y los sumos sacerdotes llegaron hasta el Pretorio fueron bien claros: necesitaban mi auxilio para desembarazarse de un tal Jesús que andaba de pueblo en pueblo alborotando a las multitudes en contra del establishment .
Luego de escucharlos envié a un grupo de guardias para que se mezclaran entre el gentío, siempre es bueno oír la voz de la calle. Así fue que me enteré que venía de Galilea y que predicaba “la buena noticia” a quien quisiera oirlo. También se hablaba de que habría curado a un leproso, que le devolvió la vista a un ciego y que era acompañado por un grupo de doce hombres a los que denominaban los apóstoles, los cuales, para seguirlo habían abandonado a sus familias y sus trabajos.
Hasta allí yo no encontré culpa alguna en el reo, pero por las dudas decidí interrogarlo. A solas con él le expliqué que era mejor que confesara, que se defendiera porque sus enemigos estaban dispuestos a todo con tal de sacárselo de encima. Entonces le comenté: algunos dicen que eres un rey a lo que me contestó: si, pero mi reino no es de este mundo y no habló más.
Ante esta situación yo pensé: quizás se trata de un fanático religioso, o tal vez de un mago llegado del oriente. Ni siquiera estaba en contra del César a pesar de ser judío. Por último me incliné a creer que se trataba simplemente de un loco con poder de convocatoria; pero de lo que sí estaba absolutamente seguro era de su inocencia. Además, mi mujer me advirtió: -no te metas con las cosas de este Justo, porque son muchas las congojas que he padecido en sueños por su causa.-
Despejadas mis dudas me reuní con la cúpula del Sanhedrín y les expuse mi convicción de su falta de culpabilidad. Al escucharme, la sorpresa se pintó en sus rostros, entonces aproveché para preguntarles qué mal les había hecho. Algunos se quedaron callados, otros contestaron con evasivas, todos se iban por las ramas. Ante mi insistencia presentaron falsos testigos que lo llamaron blasfemo, enemigo del César, aliado del demonio, en fin lo llenaron de oprobios y todos al unísono empezaron a gritar: QUE SEA CRUCIFICADO.
En tanto un grupo de exaltados amenazándome con palos vociferaba: Pilato traidor, enemigo del César. En ese instante yo cerré los ojos y me vi por lo menos desterrado. Llamé a mis asistentes y mandé traer agua y lavándome las manos exclamé: soy inocente de la sangre de este justo y lo entregué a la multitud.


Dios creó al hombre y con él la traición se expandió por el universo pero no todo está perdido.
Desde el principio la tierra está infestada de cucarachas, sin embargo muy de tarde en tarde, alguna mariposa rompe la crisálida y echa a volar por el espacio azul.

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