LA DIVINA COMEDIA Dante Alighieri


Notas: Paolo Costa

CANTO XXVI (Fragmento)


De Matteo Berton

Partimos; y por los mismos escalones de las rocas que nos habían servido para bajar, subió mi Guía, tirando de mí. Prosiguiendo la ruta solitaria a través de los picos y rocas del escollo, no era posible mover un pie sin el auxilio de la mano. Entonces me afligí, como me aflijo ahora, cuando pienso en lo que vi; y refreno mi espíritu más de lo que acostumbro, para que no aventure tanto que deje de guiarlo la virtud; porque, si mi buena estrella u otra influencia mejor me ha dado algún ingenio, no quiero yo mismo envidiármelo (1).
Así como en la estación en que aquel que ilumina al mundo se nos oculta menos su faz (2), el campesino que reposa en la colina a la hora en que el mosquito reemplaza a la mosca, ve por el valle las luciérnagas que corren por el sitio donde vendimia y ara, así también vi resplandecer infinitas llamas en la octava fosa, en cuanto estuve en el punto desde donde se distinguía su fondo. Y como aquel a quien los osos ayudaron en su venganza (3) vio partir el carro de Elías, cuando los caballos subían erguidos al cielo, de tal modo que no pudiendo sus ojos seguirle, sólo distinguían una ligera llama elevándose como débil nubecilla, así también noté que se agitaban aquéllas en la abertura de la fosa, encerrando cada una un pecador, pero sin manifestar lo que ocultaban.
Yo estaba sobre el puente, tan absorto en la contemplación de aquel espectáculo, que, a no haberme agarrado a un trozo de roca, hubiera caído sin ser empujado.
Mi Guía, que me vio tan atento, me dijo: – Dentro del fuego están los espíritus, cada uno revestido de la llama que le abrasa.
¡Oh, Maestro!, respondí: tus palabras han hecho que me cerciore de lo que veo, pero ya lo había pensado así y quería decírtelo. Mas dime: ¿quién está en aquella llama que se divide en su parte superior, y parece salir de la pira donde fueron puestos Etéocles y su hermano? (4) –Me contestó: –Allí dentro están torturados Ulises y Diomedes: juntos sufren aquí un mismo castigo, como juntos se entregaron a la ira (5). En esa llama se llora también el engaño del caballo de madera, que fue la puerta por donde salió la noble estirpe de los romanos (6). Llórase también el artificio por el que Deidamia, aun después de muerta, se lamenta de Aquiles (7), y se sufre además el castigo por el robo del Paladión (8).
–Si es que pueden hablar en medio de las llamas, dije yo, Maestro, te pido y te suplico, y así mi súplica valga por mil, que me permitas esperar a que esa llama dividida llegue hasta aquí: mira cómo, arrastrado por mi deseo, me abalanzo hacia ella. –A lo que me contestó: –Tu súplica es digna de alabanza, y yo la acojo; pero haz que tu lengua se reprima, y déjame a mí hablar; pues comprendo lo que quieres, y quizás ellos, siendo griegos, se desdeñarían de contestarte (9).
Cuando la llama estuvo cerca de nosotros, y mi Guía juzgó el lugar y el momento favorables, le oí expresarse en estos términos:
–¡Oh vosotros, que sois dos en un mismo fuego! Si he merecido vuestra gracia durante mi vida, si he merecido de vosotros poco o mucho, cuando escribí mi gran poema en el mundo, no os alejéis; antes bien dígame uno de vosotros dónde fue a morir, llevado de su valor.
La punta más elevada de la antigua llama (10) empezó a oscilar murmurando como la que agita el viento; después, dirigiendo a uno y otro lado su extremidad, empezó a lanzar algunos sonidos, como si fuera una lengua que hablara, y dijo: –Cuando me separé de Circe, que me tuvo oculto más de un año en Gaeta (11), antes de que Eneas le diera este nombre (12), ni las dulzuras paternales, ni la piedad debida a un padre anciano, ni el amor mutuo que debía hacer dichosa a Penélope (13), pudieron vencer el ardiente deseo que yo tuve de conocer el mundo, los vicios y las virtudes de los humanos, sino que me lancé por el abierto mar sólo con un navío, y con los pocos compañeros que nunca me abandonaron. Vi entrambas costas, por un lado hasta España, por otro hasta Marruecos, y la isla de los Sardos y las demás que baña en torno aquel mar. Mis compañeros y yo nos habíamos vuelto viejos y pesados cuando llegamos a la estrecha garganta donde plantó Hércules las dos columnas para que ningún hombre pase más adelante. Dejé a Sevilla a mi derecha, como había dejado ya a Ceuta a mi izquierda. – ¡Oh hermanos, dije, que habéis llegado al Occidente a través de cien peligros!, ya que tan poco os resta de vida, no os neguéis a conocer el mundo sin habitantes, que se encuentra siguiendo al sol (14). Pensad en vuestro origen; vosotros no habéis nacido para vivir como brutos, sino para alcanzar la virtud y la ciencia. – Con esta corta arenga, infundí en mis compañeros tal deseo de continuar el viaje, que apenas los hubiera podido detener después. Y volviendo la popa hacia el Oriente, de nuestros remos hicimos alas para seguir tan desatentado viaje, inclinándonos siempre hacia la izquierda (15). La noche veía ya brillar todas las estrellas del otro polo, y estaba el nuestro tan bajo que apenas parecía salir fuera de la superficie de las aguas (16). Cinco veces se había encendido y otras tantas apagado la luz de la luna desde que entramos en aquel gran mar, cuando apareció una montaña obscurecida por la distancia, la cual me pareció la más alta de cuantas había visto hasta entonces. Nos causó alegría, pero nuestro gozo se trocó bien pronto en llanto; pues de aquella tierra se levantó un torbellino que chocó contra la proa de nuestro buque; tres veces lo hizo girar juntamente con las encrespadas olas, y al a cuarta levantó la popa y sumergió la proa como plugo al Otro (17), hasta que el mar volvió a unirse sobre nosotros.




Estando Dante en la fosa donde se castiga a los que han hecho mal uso de su talento, manifiesta que enfrena el suyo más de lo que acostumbra, a fin de no ir tan adelante que se aparte del camino de la virtud, y no verse privado por su culpa de los buenos efectos de su ingenio.
En el verano, que es cuando el sol está más tiempo sobre el horizonte.
El profeta Eliseo, que viéndose escarnecido por una turba de muchachos, los maldijo, y a su maldición salieron de una espesura dos osos y destrozaron a cuarenta y dos de aquéllos.
Habiéndose colocado en una misma pira los cadáveres de los dos hermanos enemigos, Etéocles y Polinices, que se habían dado muerte el uno al otro, la llama, bifurcándose, reveló que su odio duraba aún después de su muerte.
Estos dos griegos, airados contra los troyanos, causaron muchos daños y perjuicios a sus enemigos.
Alude al caballo de madera que, por un engaño de Ulises, dejaron entrar los troyanos en su ciudad sitiada por los griegos, y del que salieron los guerreros que estaban ocultos en su interior, facilitando luego la entrada al ejército sitiador. Este engaño, que ocasionó la ruina de Troya, fue también causa de que su defensor Eneas pasara a Italia, teniendo en él origen la raza de los romanos.
Deidamia, hija de Licomedes, rey de Scyro, fue amada de Aquiles, el cual, incitado artificiosamente por Ulises, se disfrazó de mujer y la hizo madre de Neoptolemo, abandonándola después.
Nombre de una estatua de Minerva, que creían los troyanos caída del cielo, y a la que guardaban cuidadosamente, porque suponían que de su conservación pendía la suerte de la ciudad. Ulises y Diomedes penetraron una noche en Troya y la robaron del templo de la diosa.
Entienden algunos comentadores que esta frase significa que, siendo Ulises y Diomedes griegos y altivos, quizá no hubieran hecho caso de Dante, que entonces no tenía tanta fama como ellos.
Supone que la punta más elevada de la llama sea la que oculta a Ulises, como hombre más famoso que Diomedes; y califica a aquélla de antigua,porque había transcurrido mucho tiempo desde la muerte de los dos griegos.
Circe, maga famosa y bellísima, que transformaba a sus amantes en bestias. Algunos griegos amigos de Ulises sufrieron dicha transformación, por lo cual éste la obligó con amenazas a devolver a aquéllos su primitiva forma; pero enamorado ardientemente de ella, permaneció a su lado un año.
El nombre de su nodriza, que fue sepultada allí.
Nombre de la mujer de Ulises. Dice “las dulzuras paternales” por su hijo Telémaco.
Es notabilísimo este pasaje por la idea que tenía Dante de la redondez de la Tierra, y de un mundo occidental que debía encontrarse siguiendo el curso del sol. Aunque supone inhabitado aquel hemisferio, las ideas del Poeta coinciden con las de Marco Polo, y con las que Colón tenía 190 años después.
Hacia el Sur; al Ecuador. Parece estar aquí trazando el rumbo que siguió Colón.
Se hallaban cerca del Ecuador: por eso dice que se veían las estrellas del polo Antártico, y que las del Norte apenas salían de la superficie de las aguas.
Esto es, como plugo a Dios. Ulises calla el nombre, o porque así lo requiere su condición de penado, o porque no conoció al verdadero Dios.



Comentarios