Bloque 1/17 Consigna 5:
Narrar un viaje hacia el interior de uno mismo, en primera persona, en el que aparezcan figuras míticas que representen nuestros heroísmos y nuestras traiciones. Pueden incorporarse paisajes fantásticos o posiblemente reales.
Referencias
La Divina Comedia - Dante Alighieri
Si esto es un hombre - Primo Levi
Producción
DESCASCARADA - Marcela Ruz
FUI CALÍGULA Y TAMBIÉN VESPASIANO. - HAYDÉE ORTONE
UN VIAJE MÁGICO - Mabel Jokmanovich Derka
Ayúdame a encontrar mi lugar - Julia Zela
Yo, UN MONSTRUO? César A. Varela
Estoy sola en el caserón familiar, en el medio del campo. Bueno, sola no. Baco, por suerte, me acompaña. Mueve la cola, quiere salir. Yo le abro, pobre animal. Si quiere salir, que salga. Tal vez no le guste la música que suena de fondo, tal vez quiera correr a sus anchas ahora que ya no llueve.
Así que ahora sí estoy oficialmente sola en el caserón familiar, en el medio del campo. Aunque ya no se ve nada, me asomo a la ventana y adivino los árboles, la tranquera, el alambrado. Escucho lejos, muy lejos, relinchar a Pegaso. Ya no me dejás montarte, viejo amigo. Tomo de un solo trago el cuarto whisky. Y bailo, giro, giro frente al fuego casi apagado de la chimenea.
¡Qué destino me dedicaron las Parcas en su muro! ¡Cuántas veces quise borrarlo, quise agregarle hilos de oro a la lana blanca, teñir de dorado a los negros! ¡Cómo hubiera agradecido saber, al menos, si mi metal era el oro, la plata o el bronce! Nunca lo tuve claro y fui los tres, sin llegar a ser ninguno.
Busqué la belleza, la sabiduría, el amor... La perfección. Con ansias, con desesperación a veces. Ese atrevimiento debe haber enojado a los dioses, pero ¿es mi culpa o de las tres hermanas tejedoras? Me rio, me rio de mí misma. Sigo girando, bailando frente al fuego. Te veo entre las brasas, llamándome ¿Ahora aparecés, Ariadna? Un poco tarde, ¿no te parece? No quiero tu hilo, ya no me sirve. Hace tiempo que le di la bienvenida a Casandra. Encontré el dolor y la frustración muchas veces, y traicioné, sí, pero después.
Las ventanas me devuelven mi imagen repetida en cada vidrio, casi no me reconozco. Todo este camino sin saber a dónde me va a llevar, sin saber ya ni siquiera a dónde quiero que me lleve. Me entrego, ya no voy a pelear. Será lo que sea, ¿qué más da?
El fuego se está apagando y tengo frío, me quiero ir a dormir. Pero tendré que seguir bailando, al menos hasta que vuelva Ba
FUI CALÍGULA Y TAMBIÉN VESPASIANO. - HAYDÉE ORTONE
El pasado es un animal embalsamado pero nuestras
frágiles defensas hacen de él un Caballo de Troya infalible.
El tiempo presente está lleno de recuerdos armados.
HÉCTOR FREIRE.
En medio del paisaje que dibuja la tarde, por un instante logro olvidar la violencia del mundo. El presente no cuenta, el futuro no existe.
Sólo el imprevisto roce de un insecto termina con la magia y entonces, la barca de los muertos, rompe el horizonte tenebroso y emerge de las sombras del pasado.
Hace ya mucho tiempo que mis días se suceden vacíos. Soy como una vieja Esfinge perdida en su laberinto de espejos.
De vez en cuando, al llegar a un recodo, imágenes, situaciones que creía perdidas en el silencio y el olvido están allí al acecho, agazapadas. Entonces la escena es como una foto en movimiento. Ahí estamos en el fragmento de la imagen congelada que me devuelve el espejo. Es la hora de la siesta, nuestra hora, “la hora de los niños traviesos” hubiera dicho mi abuela. Sube la temperatura, la modorra se va adueñando del pueblo. Los chicos, convocados por el canto de las cigarras, nos reunimos a la vera del arroyo. Bajo la sombra de los sauces, hablamos, jugamos, y en nuestro mundo de fantasía somos los héroes luchando contra un ejército de hormigas, los alfareros dando forma al barro de la orilla, las samaritanas tratando de curar algún pájaro herido.
Durante una de esas tardes tórridas, en que el calor calienta la sangre y despierta los sentidos, me enamoré por primera vez. Yo tenía doce años y Pedro trece. Todo el grupo decidió salir a cazar mariposas, el que atrapara la más bonita sería el ganador. Pedro me dijo que lo acompañara hasta la barranca porque el día anterior había visto por allí una muy grande. En efecto, ahí estaba como esperándonos; era la mariposa más hermosa que observé en mi vida. Pedro se subió a una rama y la atrapó para mí, entonces yo sentí que me temblaban las rodillas, cerré los ojos y me sumergí en un sueño de amor que duró casi todo el verano.
Bien digo, casi todo porque cuando los últimos días de calor de ese febrero anunciaron el término de las vacaciones y el principio del otoño, Juan Carlos que junto con sus padres fue a visitar a unas tías, apareció por el pueblo. Todas las chicas estábamos fascinadas con el forastero, venía de la ciudad, vestía como los actores que estaban en las tapas de las revistas, hablaba de cosas que en el pueblo ni sabíamos que existían. Creo que los varones le tenían envidia, por eso lo provocaban. Una tarde, Pedro, que tenía fama de ser el más fuerte del grupo lo desafió a una pelea, Juan Carlos aceptó sin dudarlo. Los demás, testigos mudos de lo que estaba por ocurrir, formaron un círculo alrededor de los dos contrincantes. Juan Carlos sabía artes marciales, no le fue difícil derrotar a Pedro.
Cuando terminó el verano yo había sido Judas por primera vez.
La memoria es aquello que a medida que nos acercamos nos aleja, sólo muy de tarde en tarde, como hoy, el pasado golpea fuertemente la puerta y nos trae jirones de un pasado lejano: sucedió en el pueblo durante una mañana muy cruda de invierno. Era la hora de ir a la escuela. Veo a mi madre colocándome el abrigo y despidiéndome con un beso cariñoso. Voy saltando, mis zapatos rompen los cristales de la escarcha. El pampero, tumultuoso, arrasa con todo lo que se cruza en su camino. Un gorrión desconcertado, en vano busca refugio entre las ramas desnudas de algún árbol. Él está ahí, aún lo recuerdo buscando protección en el zaguán de la casa abandonada y vestido solamente con su remera raída mirándome con sus ojitos pegados de lagañas. Su mano morada se extiende suplicante. Es grande su sorpresa cuando me detengo a su lado.
Luego me alejo saltando, mi guardapolvo blanco se refleja en la escarcha. A lo lejos escucho su vocecita asombrada: ¿sos un ángel?.
La gente decía que ése había sido el invierno más duro de los últimos años. A pesar de todo yo no tuve tanto frío.
De todo lo que me ocurrió ya casi nada existe, sólo algunas cicatrices de las viejas heridas, antiguos sueños de un verano perdido, algunas luces, un cúmulo de sombras. Fue largo el trayecto recorrido; me acompañó Eros. Ahora al final está Thanatos.
Algunas veces suelo meterme en el túnel del tiempo y viajar a la velocidad del recuerdo hasta mi infancia chaqueña. No lo hago a menudo, porque no me resulta un viaje sencillo... ni indiferente.
Al llegar, cuando piso descalza ese terreno áspero y caliente, quedo como ciega, deslumbrada por el sol demencial de la siesta. Y es ahí, sólo ahí, en ese pedacito de monte, quietud y perfumado sopor, donde logro conectarme con muchos de los antiguos y fantásticos personajes que poblaron mi infancia: hadas, duendes, monstruos, demonios y fantasmas.
Qué maravilloso volver a ver al Pombero, custodio de mis arriesgadas y heroicas escapadas siesteras al monte espeso; al temible Lobizón, aullando lastimero su destino todos los viernes de luna llena; al Caburé, con sus plumas impregnadas de poder para el payé y las conquistas amorosas; a la Luz Mala, penando, encendida por el desamor en la oscuridad del campo...Por suerte, en ese fantástico lugar también habitan las Hadas, bellas y buenas, que con sus varitas mágicas me devuelven a casa.
Dios..”:Shakespeare.
Gran sorpresa me dio verlo a Abel regresando, hacía tanto que había partido. Siempre bonachón me dio algunas recomendaciones para lo que yo emprendía, eso me vino bien (quien sabe porqué regresaba. –sé que a él le gustaban mucho las minas, era simpático pero en ésta situación ..¡¡).
-Yo cumpliendo la orden, llené el formulario de datos personales, algo así como un C.V., lo puse en la urna. Me entretuve mirando los semblantes de los que también esperaban. Había de todo: pálidos, asustados, tristes, nerviosos, indiferentes, algunos lloraban y otros mostraban alegría (no existían las palabras, así que ni pío).
- Cuando me tocó el turno, enfilé para la puerta indicaba, tenía un cartel: CIELO, un resplandor me envolvió, una voz imponente me somete a un interrogatorio, mientras nos desplazábamos por bellos jardines: “- Que porque me siento merecedor de estar en el CIELO?; …y ya que me mandaron a éste como primer lugar.- Declaro que durante mi vida afronté con valores de un héroe muchas situaciones (aunque estoy seguro que ya lo sabe) se las menciono y le digo que me producen dolor recordarlas: mi infancia me animo a afirmar que fue cruel, pasé fríos, hambres, castigos inmerecidos. Trabajé desde los cinco años pero no lo consideraba sino como un juego.-
-Tenía mucho coraje afrontaba solo situaciones en defensa de mis cinco hermanos menores, me habían instruido con armas nativas, de filo y con pólvora (la zona merecía esos cuidados). Por suerte fueron pocos los problemas que se presentaron). Y digo por ello que “Tengo un Dios aparte, es decir único, muy bueno”.-
-Mire si hasta, aunque temblando, tenía coraje para pasar en bicicleta por el camino de tierra floja, sí ..”el de las tres cruces”. Si quiere le cuento, se trataba de tres blancas cruces que lucían prendidas al alambrado distribuidas equidistantes a lo largo de un kilómetro (decían que eran tres hermanos que salieron de farra, y volvían muy borrachos para su rancho, cuando por odios guardados empezaron a discutir. La situación fue embraveciendo a los hombres: sacaron sus cuchillos y en la noche plateada, las hojas de los filos sonoras musicalizaban un réquiem para los tres. Mal heridos cuando uno cayó a tierra los dos siguieron camino. Al amanecer su padre fue encontrándolos, ya sin vida y bien repartidos).
-Bueno ni le cuento, la de historias que corrían, de aparecidos, silbidos raros, sacudidas, caídas inesperadas. Yo por precaución nomás, caminaba al lado de mi bicicleta y rezando: nuca me pasó, ni escuché nada.
-Insiste usted Don San Pedro (creo que de él se trataba, se ve que tiempo de sobra tenía si a cada uno lo interrogaba tanto). Recuerdo algo, cuando cuidé a mi madre en sus momentos finales; -me la entregaron sin una pierna. Mi corazón estaba destruido, pero debía aceptar la jugada del destino, ni le cuento su tristeza, que se convertía en locura, sabe –pasa que siempre fue muy activa-. Ella enseñó todo lo bueno que aceptaba Dios.
-En silla de ruedas la llevaba a la Iglesia, yo sabía abrazarla cuando entraba en coma, mientras esperaba la emergencia médica (había leído algo así como “los Ángeles de la Muerte; trataba de quienes ayudan en casos terminales”, emulando le cantaba, ya ni me acordaba las muy repetidas oraciones, inventaba, y cuando salía de su letargo (yo temblaba mientras le armaba un chiste).
-Si tiene tiempo, le digo que también me reconfortaba verla que desde su silla de ruedas tiraba las semillas de zapallo, cuyo suelo le había preparado. Mire si hasta juntó azucenas de verano un par de horas antes que su sufrido corazón le aflojó para siempre.
-Bueno, lo de mi madre creo que no es para lograr el cielo, sino una obligación de hijo.
Al final de caminar un rato en silencio, me puso la mano en el hombro, y me dijo que el CIELO no me correspondía, enderezó el cartel y cerró la puerta con sus llaves.-
-Enfilé para el PURGATORIO, la puerta se abrió y seguidamente sentí el portazo. Deambulé por escarpados terrenos, alcancé a ver algo así como tortugas con muchas patas con ellas intentaban trepar unas lomadas, pero se caían, emitían lamentos, pero volvían a intentarlo.
-Una nube húmeda me envolvió, una ronca voz me indicó que manifieste mi derecho a pertenecer al PURGATORIO:…
-y mire… creo que si bien hice cosas buenas, también de las malas, paso a informarlo:
-cuando adolescente disfrutaba mucho, haciéndoles “aventuras” y chistes a mis hermanos menores, pobres como eran más chicos estaban entre que lo que les decía era verdad o mentira, se asustaban; cuando llegaba un punto cumbre, yo me doblaba de risa. Ha veces sentí el golpe del rudo cinto de mi padre, yo pensaba, claro está merecido. Pero solo me frenaba un tiempo, por supuesto que me dolía el castigo más porque me lo asestaba mi padre, a quien ni por error yo quería enojar.
-Y, dale, necesita más testimonios, -no sé si vale, pero dada la presente circunstancia:
-Sepa usted que siempre le tuve terror a ver la cara de los muertos en ataúd, es que no los reconocía: era otro, y feo el pobre, (cosas de campo, obligaciones sociales, de niño se imprimían). Así que cuando me llevaban a algún velorio, yo me escurría directo hasta la mesita arrinconada, y me dedicaba a llenar vasitos de anís y otros alcoholes, que les repartían a los mayores, yo ni por error mirar ni al temido costado ¡¡.
La pegajosa nube me sacude violentamente y me lanza fuera del PURGATORIO.-
-Que paciencia tenía, me desplacé extrañamente, le diría volando, y me encontré con el letrero rojo “INFIERNO”. La furia de una llamarada me envolvió, y me arrojó sobre una piedra incandescente (creí que saldría chamuscado, pero no lo sentí).
-El tipo vestía de rojo, en su mano izquierda una filosa horquilla lucía (de esas como para emparvar pastos y…?); con su voz de trueno me dijo canta las razones por las que debes quedarte aquí, yo medio tímido comienzo: - Fui malo muy malo. Odie y mucho, y muchas cosas; Por empezar odié a mis padres porque nunca me dijeron de frente que dolo era hijo de uno de ellos (pero sí que usaban la verdad para escupirse insultos, escrachándome como un pecado).-
-Odie a mi madre cuando negaba el pobre plato de comida a mi padre (yo lloraba cuando escuchaba que tarde la noche él hurgaba en la bolsa de azúcar y comía a bocanadas (sí, esas bolsas grandes que los ingenios les daban en parte de pago, papá sentía que eso si le pertenecía).
-Odie más aún cuando me dí cuenta que mi padre moría cruelmente de diabetes (comía veneno ¡¡¡, si que me resultaba odiable, odie y sigo odiando (no perdoné).
-Odie, odie, y odie otras cosas mas contra mi padre. De la angustia, me tomo los pelos con mis rojas manos y pretendo arrancármelos de furia. Esto de abrirle mi interior, ya era peor que el infierno.
-Bueno, Don … esto de revolver mi interior ante usted, me destroza el alma. Por favor no me pida que continúe, y caigo en un sopor, … vuelvo y el tipo seguía ahí, con su mirada me instaba a continuar. Me dice, sea lo que sea ya dije hasta donde puedo, así que de odios: no hablo mas (resultó que estoy lleno de odios).-
-Mire Don,… hasta poco antes de partir acariciaron mis oídos, el recuerdo de las dulces vocecitas de mis nietos. Conclusión fui malo, … fui malo y fui feliz. Fui héroe y traidor.
-El tipo de la orquilla vociferó –“Cómo que no lo aceptaron en los dos lugares que pasó”.
Lo noté indignado, creo que no por mí, sino por el costo del gasoil que debe usar para mantener las llamas.
Nuevamente manifestó:
-Siempre me hacen lo mismo. Quédese, y levante esa horquilla, tendrá que aprender lo que hago, y suplirme cuando yo necesite. Lo iré entrenando.
- Don Diablo le estoy agradecido, ya sentía que todos me discriminaban, usted es un tipo piola, se las sabe todas, le juro que pensé en buscar un abogado.-
Cuando empezó el viaje?, el de mi vocación empezó de muy chico, viendo los desfiles me dije que quería ser una de ellos, como dice la canción “ los bravos que defendieron a mi nación”… que día el que por primera vez me puse el uniforme!, y el sable mas tarde… mucho, no, no mucho tiempo después empezó el descenso al infierno, de a poco, lentamente fui entrando, sutilmente al principio, sin miramientos después.
-A ver, que le sacas!!!
-Sos muy blando vos!!!
-No será que sos un de ellos vos?!!!!
-Dale, dele!! Metele un poco de matraca…., así, sin darme cuenta, sin darme cuenta? Fui cayendo, descendiendo y a medida que bajaba se liberaron los demonios que me habitan, se fueron soltando, se derribaron las barrera, era San Jorge contra el Dragón, no había espada , había electricidad y perversión, no esta Torquemada, éramos nosotros y nuestra guerra contra el infiel, contra “nuestro modo de vida”, los cuerpos sobre los elásticos, agua y cable, como se sacudían, con las mujeres me corría una suerte de lujuria y perversión, no eso superaba todo lo leído en los relatos mas oscuros y éramos nosotros, si nosotros, viendo quien llegaba mas lejos!! Había veces que pasábamos días enteros entre teniéndonos!
El viaje, a casa despejaba la cabeza y a la mesa como el buen padre que era! Por suerte mi familia era normal!!!!
El viaje, de vuelta a lo mío, con ansiedad esperaba regresar al trabajo, habrían traído buena mercadería los muchachos anoche? Serian fuertes, opondrían resistencia, así la cosa se ponía mas linda, como gozaba con los que oponían resistencia y las minitas, las bianudas, con esas si que nos divertíamos, empezaban a recitar nombres (como rezando el rosario) de los parientes que tenían “contactos”, como nos reíamos, acá los único contactos eran los de la matraca, aquí éramos los Amos, los Dioses del Olimpo, como dijo el SR. “los dueños de la vida y la muerte”
………………………………………………………………………
Cuando, cuando se termino todo eso, cuando fue que empezó el viaje a este calabozo frio, gris y desvencijado, por qué nosotros, los héroes, los que dimos todo por la Patria estamos aquí?
NO, no puedo cuestionarme!!!, si lo hago… que queda de mi!!,si todo lo hice por mi familia y mi Patria, si no que? ,soy un Monstruo? No, no si yo quería a mi esposa y a mis hijos, no, no UN MONSTRUO NO!!!.
La Divina Comedia - Dante Alighieri
Si esto es un hombre - Primo Levi
Producción
DESCASCARADA - Marcela Ruz
FUI CALÍGULA Y TAMBIÉN VESPASIANO. - HAYDÉE ORTONE
UN VIAJE MÁGICO - Mabel Jokmanovich Derka
Ayúdame a encontrar mi lugar - Julia Zela
Yo, UN MONSTRUO? César A. Varela
DESCASCARADA - Marcela Ruz
Estoy sola en el caserón familiar, en el medio del campo. Bueno, sola no. Baco, por suerte, me acompaña. Mueve la cola, quiere salir. Yo le abro, pobre animal. Si quiere salir, que salga. Tal vez no le guste la música que suena de fondo, tal vez quiera correr a sus anchas ahora que ya no llueve.
Así que ahora sí estoy oficialmente sola en el caserón familiar, en el medio del campo. Aunque ya no se ve nada, me asomo a la ventana y adivino los árboles, la tranquera, el alambrado. Escucho lejos, muy lejos, relinchar a Pegaso. Ya no me dejás montarte, viejo amigo. Tomo de un solo trago el cuarto whisky. Y bailo, giro, giro frente al fuego casi apagado de la chimenea.
¡Qué destino me dedicaron las Parcas en su muro! ¡Cuántas veces quise borrarlo, quise agregarle hilos de oro a la lana blanca, teñir de dorado a los negros! ¡Cómo hubiera agradecido saber, al menos, si mi metal era el oro, la plata o el bronce! Nunca lo tuve claro y fui los tres, sin llegar a ser ninguno.
Busqué la belleza, la sabiduría, el amor... La perfección. Con ansias, con desesperación a veces. Ese atrevimiento debe haber enojado a los dioses, pero ¿es mi culpa o de las tres hermanas tejedoras? Me rio, me rio de mí misma. Sigo girando, bailando frente al fuego. Te veo entre las brasas, llamándome ¿Ahora aparecés, Ariadna? Un poco tarde, ¿no te parece? No quiero tu hilo, ya no me sirve. Hace tiempo que le di la bienvenida a Casandra. Encontré el dolor y la frustración muchas veces, y traicioné, sí, pero después.
Las ventanas me devuelven mi imagen repetida en cada vidrio, casi no me reconozco. Todo este camino sin saber a dónde me va a llevar, sin saber ya ni siquiera a dónde quiero que me lleve. Me entrego, ya no voy a pelear. Será lo que sea, ¿qué más da?
El fuego se está apagando y tengo frío, me quiero ir a dormir. Pero tendré que seguir bailando, al menos hasta que vuelva Ba
FUI CALÍGULA Y TAMBIÉN VESPASIANO. - HAYDÉE ORTONE
El pasado es un animal embalsamado pero nuestras
frágiles defensas hacen de él un Caballo de Troya infalible.
El tiempo presente está lleno de recuerdos armados.
HÉCTOR FREIRE.
En medio del paisaje que dibuja la tarde, por un instante logro olvidar la violencia del mundo. El presente no cuenta, el futuro no existe.
Sólo el imprevisto roce de un insecto termina con la magia y entonces, la barca de los muertos, rompe el horizonte tenebroso y emerge de las sombras del pasado.
Hace ya mucho tiempo que mis días se suceden vacíos. Soy como una vieja Esfinge perdida en su laberinto de espejos.
De vez en cuando, al llegar a un recodo, imágenes, situaciones que creía perdidas en el silencio y el olvido están allí al acecho, agazapadas. Entonces la escena es como una foto en movimiento. Ahí estamos en el fragmento de la imagen congelada que me devuelve el espejo. Es la hora de la siesta, nuestra hora, “la hora de los niños traviesos” hubiera dicho mi abuela. Sube la temperatura, la modorra se va adueñando del pueblo. Los chicos, convocados por el canto de las cigarras, nos reunimos a la vera del arroyo. Bajo la sombra de los sauces, hablamos, jugamos, y en nuestro mundo de fantasía somos los héroes luchando contra un ejército de hormigas, los alfareros dando forma al barro de la orilla, las samaritanas tratando de curar algún pájaro herido.
Durante una de esas tardes tórridas, en que el calor calienta la sangre y despierta los sentidos, me enamoré por primera vez. Yo tenía doce años y Pedro trece. Todo el grupo decidió salir a cazar mariposas, el que atrapara la más bonita sería el ganador. Pedro me dijo que lo acompañara hasta la barranca porque el día anterior había visto por allí una muy grande. En efecto, ahí estaba como esperándonos; era la mariposa más hermosa que observé en mi vida. Pedro se subió a una rama y la atrapó para mí, entonces yo sentí que me temblaban las rodillas, cerré los ojos y me sumergí en un sueño de amor que duró casi todo el verano.
Bien digo, casi todo porque cuando los últimos días de calor de ese febrero anunciaron el término de las vacaciones y el principio del otoño, Juan Carlos que junto con sus padres fue a visitar a unas tías, apareció por el pueblo. Todas las chicas estábamos fascinadas con el forastero, venía de la ciudad, vestía como los actores que estaban en las tapas de las revistas, hablaba de cosas que en el pueblo ni sabíamos que existían. Creo que los varones le tenían envidia, por eso lo provocaban. Una tarde, Pedro, que tenía fama de ser el más fuerte del grupo lo desafió a una pelea, Juan Carlos aceptó sin dudarlo. Los demás, testigos mudos de lo que estaba por ocurrir, formaron un círculo alrededor de los dos contrincantes. Juan Carlos sabía artes marciales, no le fue difícil derrotar a Pedro.
Cuando terminó el verano yo había sido Judas por primera vez.
La memoria es aquello que a medida que nos acercamos nos aleja, sólo muy de tarde en tarde, como hoy, el pasado golpea fuertemente la puerta y nos trae jirones de un pasado lejano: sucedió en el pueblo durante una mañana muy cruda de invierno. Era la hora de ir a la escuela. Veo a mi madre colocándome el abrigo y despidiéndome con un beso cariñoso. Voy saltando, mis zapatos rompen los cristales de la escarcha. El pampero, tumultuoso, arrasa con todo lo que se cruza en su camino. Un gorrión desconcertado, en vano busca refugio entre las ramas desnudas de algún árbol. Él está ahí, aún lo recuerdo buscando protección en el zaguán de la casa abandonada y vestido solamente con su remera raída mirándome con sus ojitos pegados de lagañas. Su mano morada se extiende suplicante. Es grande su sorpresa cuando me detengo a su lado.
Luego me alejo saltando, mi guardapolvo blanco se refleja en la escarcha. A lo lejos escucho su vocecita asombrada: ¿sos un ángel?.
La gente decía que ése había sido el invierno más duro de los últimos años. A pesar de todo yo no tuve tanto frío.
De todo lo que me ocurrió ya casi nada existe, sólo algunas cicatrices de las viejas heridas, antiguos sueños de un verano perdido, algunas luces, un cúmulo de sombras. Fue largo el trayecto recorrido; me acompañó Eros. Ahora al final está Thanatos.
UN VIAJE MÁGICO - Mabel Jokmanovich Derka
Algunas veces suelo meterme en el túnel del tiempo y viajar a la velocidad del recuerdo hasta mi infancia chaqueña. No lo hago a menudo, porque no me resulta un viaje sencillo... ni indiferente.
Al llegar, cuando piso descalza ese terreno áspero y caliente, quedo como ciega, deslumbrada por el sol demencial de la siesta. Y es ahí, sólo ahí, en ese pedacito de monte, quietud y perfumado sopor, donde logro conectarme con muchos de los antiguos y fantásticos personajes que poblaron mi infancia: hadas, duendes, monstruos, demonios y fantasmas.
Qué maravilloso volver a ver al Pombero, custodio de mis arriesgadas y heroicas escapadas siesteras al monte espeso; al temible Lobizón, aullando lastimero su destino todos los viernes de luna llena; al Caburé, con sus plumas impregnadas de poder para el payé y las conquistas amorosas; a la Luz Mala, penando, encendida por el desamor en la oscuridad del campo...Por suerte, en ese fantástico lugar también habitan las Hadas, bellas y buenas, que con sus varitas mágicas me devuelven a casa.
Ayúdame a encontrar mi lugar - Julia Zela
“..Piénsalo… por ti tu padre debería ser como un Dios..”:Shakespeare.
Gran sorpresa me dio verlo a Abel regresando, hacía tanto que había partido. Siempre bonachón me dio algunas recomendaciones para lo que yo emprendía, eso me vino bien (quien sabe porqué regresaba. –sé que a él le gustaban mucho las minas, era simpático pero en ésta situación ..¡¡).
-Yo cumpliendo la orden, llené el formulario de datos personales, algo así como un C.V., lo puse en la urna. Me entretuve mirando los semblantes de los que también esperaban. Había de todo: pálidos, asustados, tristes, nerviosos, indiferentes, algunos lloraban y otros mostraban alegría (no existían las palabras, así que ni pío).
- Cuando me tocó el turno, enfilé para la puerta indicaba, tenía un cartel: CIELO, un resplandor me envolvió, una voz imponente me somete a un interrogatorio, mientras nos desplazábamos por bellos jardines: “- Que porque me siento merecedor de estar en el CIELO?; …y ya que me mandaron a éste como primer lugar.- Declaro que durante mi vida afronté con valores de un héroe muchas situaciones (aunque estoy seguro que ya lo sabe) se las menciono y le digo que me producen dolor recordarlas: mi infancia me animo a afirmar que fue cruel, pasé fríos, hambres, castigos inmerecidos. Trabajé desde los cinco años pero no lo consideraba sino como un juego.-
-Tenía mucho coraje afrontaba solo situaciones en defensa de mis cinco hermanos menores, me habían instruido con armas nativas, de filo y con pólvora (la zona merecía esos cuidados). Por suerte fueron pocos los problemas que se presentaron). Y digo por ello que “Tengo un Dios aparte, es decir único, muy bueno”.-
-Mire si hasta, aunque temblando, tenía coraje para pasar en bicicleta por el camino de tierra floja, sí ..”el de las tres cruces”. Si quiere le cuento, se trataba de tres blancas cruces que lucían prendidas al alambrado distribuidas equidistantes a lo largo de un kilómetro (decían que eran tres hermanos que salieron de farra, y volvían muy borrachos para su rancho, cuando por odios guardados empezaron a discutir. La situación fue embraveciendo a los hombres: sacaron sus cuchillos y en la noche plateada, las hojas de los filos sonoras musicalizaban un réquiem para los tres. Mal heridos cuando uno cayó a tierra los dos siguieron camino. Al amanecer su padre fue encontrándolos, ya sin vida y bien repartidos).
-Bueno ni le cuento, la de historias que corrían, de aparecidos, silbidos raros, sacudidas, caídas inesperadas. Yo por precaución nomás, caminaba al lado de mi bicicleta y rezando: nuca me pasó, ni escuché nada.
-Insiste usted Don San Pedro (creo que de él se trataba, se ve que tiempo de sobra tenía si a cada uno lo interrogaba tanto). Recuerdo algo, cuando cuidé a mi madre en sus momentos finales; -me la entregaron sin una pierna. Mi corazón estaba destruido, pero debía aceptar la jugada del destino, ni le cuento su tristeza, que se convertía en locura, sabe –pasa que siempre fue muy activa-. Ella enseñó todo lo bueno que aceptaba Dios.
-En silla de ruedas la llevaba a la Iglesia, yo sabía abrazarla cuando entraba en coma, mientras esperaba la emergencia médica (había leído algo así como “los Ángeles de la Muerte; trataba de quienes ayudan en casos terminales”, emulando le cantaba, ya ni me acordaba las muy repetidas oraciones, inventaba, y cuando salía de su letargo (yo temblaba mientras le armaba un chiste).
-Si tiene tiempo, le digo que también me reconfortaba verla que desde su silla de ruedas tiraba las semillas de zapallo, cuyo suelo le había preparado. Mire si hasta juntó azucenas de verano un par de horas antes que su sufrido corazón le aflojó para siempre.
-Bueno, lo de mi madre creo que no es para lograr el cielo, sino una obligación de hijo.
Al final de caminar un rato en silencio, me puso la mano en el hombro, y me dijo que el CIELO no me correspondía, enderezó el cartel y cerró la puerta con sus llaves.-
-Enfilé para el PURGATORIO, la puerta se abrió y seguidamente sentí el portazo. Deambulé por escarpados terrenos, alcancé a ver algo así como tortugas con muchas patas con ellas intentaban trepar unas lomadas, pero se caían, emitían lamentos, pero volvían a intentarlo.
-Una nube húmeda me envolvió, una ronca voz me indicó que manifieste mi derecho a pertenecer al PURGATORIO:…
-y mire… creo que si bien hice cosas buenas, también de las malas, paso a informarlo:
-cuando adolescente disfrutaba mucho, haciéndoles “aventuras” y chistes a mis hermanos menores, pobres como eran más chicos estaban entre que lo que les decía era verdad o mentira, se asustaban; cuando llegaba un punto cumbre, yo me doblaba de risa. Ha veces sentí el golpe del rudo cinto de mi padre, yo pensaba, claro está merecido. Pero solo me frenaba un tiempo, por supuesto que me dolía el castigo más porque me lo asestaba mi padre, a quien ni por error yo quería enojar.
-Y, dale, necesita más testimonios, -no sé si vale, pero dada la presente circunstancia:
-Sepa usted que siempre le tuve terror a ver la cara de los muertos en ataúd, es que no los reconocía: era otro, y feo el pobre, (cosas de campo, obligaciones sociales, de niño se imprimían). Así que cuando me llevaban a algún velorio, yo me escurría directo hasta la mesita arrinconada, y me dedicaba a llenar vasitos de anís y otros alcoholes, que les repartían a los mayores, yo ni por error mirar ni al temido costado ¡¡.
La pegajosa nube me sacude violentamente y me lanza fuera del PURGATORIO.-
-Que paciencia tenía, me desplacé extrañamente, le diría volando, y me encontré con el letrero rojo “INFIERNO”. La furia de una llamarada me envolvió, y me arrojó sobre una piedra incandescente (creí que saldría chamuscado, pero no lo sentí).
-El tipo vestía de rojo, en su mano izquierda una filosa horquilla lucía (de esas como para emparvar pastos y…?); con su voz de trueno me dijo canta las razones por las que debes quedarte aquí, yo medio tímido comienzo: - Fui malo muy malo. Odie y mucho, y muchas cosas; Por empezar odié a mis padres porque nunca me dijeron de frente que dolo era hijo de uno de ellos (pero sí que usaban la verdad para escupirse insultos, escrachándome como un pecado).-
-Odie a mi madre cuando negaba el pobre plato de comida a mi padre (yo lloraba cuando escuchaba que tarde la noche él hurgaba en la bolsa de azúcar y comía a bocanadas (sí, esas bolsas grandes que los ingenios les daban en parte de pago, papá sentía que eso si le pertenecía).
-Odie más aún cuando me dí cuenta que mi padre moría cruelmente de diabetes (comía veneno ¡¡¡, si que me resultaba odiable, odie y sigo odiando (no perdoné).
-Odie, odie, y odie otras cosas mas contra mi padre. De la angustia, me tomo los pelos con mis rojas manos y pretendo arrancármelos de furia. Esto de abrirle mi interior, ya era peor que el infierno.
-Bueno, Don … esto de revolver mi interior ante usted, me destroza el alma. Por favor no me pida que continúe, y caigo en un sopor, … vuelvo y el tipo seguía ahí, con su mirada me instaba a continuar. Me dice, sea lo que sea ya dije hasta donde puedo, así que de odios: no hablo mas (resultó que estoy lleno de odios).-
-Mire Don,… hasta poco antes de partir acariciaron mis oídos, el recuerdo de las dulces vocecitas de mis nietos. Conclusión fui malo, … fui malo y fui feliz. Fui héroe y traidor.
-El tipo de la orquilla vociferó –“Cómo que no lo aceptaron en los dos lugares que pasó”.
Lo noté indignado, creo que no por mí, sino por el costo del gasoil que debe usar para mantener las llamas.
Nuevamente manifestó:
-Siempre me hacen lo mismo. Quédese, y levante esa horquilla, tendrá que aprender lo que hago, y suplirme cuando yo necesite. Lo iré entrenando.
- Don Diablo le estoy agradecido, ya sentía que todos me discriminaban, usted es un tipo piola, se las sabe todas, le juro que pensé en buscar un abogado.-
Yo, UN MONSTRUO? César A. Varela
Cuando empezó el viaje?, el de mi vocación empezó de muy chico, viendo los desfiles me dije que quería ser una de ellos, como dice la canción “ los bravos que defendieron a mi nación”… que día el que por primera vez me puse el uniforme!, y el sable mas tarde… mucho, no, no mucho tiempo después empezó el descenso al infierno, de a poco, lentamente fui entrando, sutilmente al principio, sin miramientos después.
-A ver, que le sacas!!!
-Sos muy blando vos!!!
-No será que sos un de ellos vos?!!!!
-Dale, dele!! Metele un poco de matraca…., así, sin darme cuenta, sin darme cuenta? Fui cayendo, descendiendo y a medida que bajaba se liberaron los demonios que me habitan, se fueron soltando, se derribaron las barrera, era San Jorge contra el Dragón, no había espada , había electricidad y perversión, no esta Torquemada, éramos nosotros y nuestra guerra contra el infiel, contra “nuestro modo de vida”, los cuerpos sobre los elásticos, agua y cable, como se sacudían, con las mujeres me corría una suerte de lujuria y perversión, no eso superaba todo lo leído en los relatos mas oscuros y éramos nosotros, si nosotros, viendo quien llegaba mas lejos!! Había veces que pasábamos días enteros entre teniéndonos!
El viaje, a casa despejaba la cabeza y a la mesa como el buen padre que era! Por suerte mi familia era normal!!!!
El viaje, de vuelta a lo mío, con ansiedad esperaba regresar al trabajo, habrían traído buena mercadería los muchachos anoche? Serian fuertes, opondrían resistencia, así la cosa se ponía mas linda, como gozaba con los que oponían resistencia y las minitas, las bianudas, con esas si que nos divertíamos, empezaban a recitar nombres (como rezando el rosario) de los parientes que tenían “contactos”, como nos reíamos, acá los único contactos eran los de la matraca, aquí éramos los Amos, los Dioses del Olimpo, como dijo el SR. “los dueños de la vida y la muerte”
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Cuando, cuando se termino todo eso, cuando fue que empezó el viaje a este calabozo frio, gris y desvencijado, por qué nosotros, los héroes, los que dimos todo por la Patria estamos aquí?
NO, no puedo cuestionarme!!!, si lo hago… que queda de mi!!,si todo lo hice por mi familia y mi Patria, si no que? ,soy un Monstruo? No, no si yo quería a mi esposa y a mis hijos, no, no UN MONSTRUO NO!!!.
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